De niño soñaba y ansiaba ser joven, siendo joven pensaba lo mismo pero de ser un señor con una familia, cuando tuve mi familia deseaba llegar a la madurez, en este momento no temo llegar a ser un anciano.
Existen personas que menosprecian llegar a esta edad, -según la tercera edad- pero yo no, porque pienso que es en esta etapa en la cual llega uno a la reflexión, a pensar más detenidamente en sus actos, a disfrutar mas calmadamente la vida, a sonreír con la familia, a disfrutar a los nietos, volver a ser padres con ellos, porque uno no termina de criar a los niños.
Mi niñez la disfrute en medio de tantas carencias pero lleno de mucho amor, no creo que haya sido sufrida, sino más bien de una vasta muestras de superación, tuve una rápida transformación pues a temprana edad tuve que madurar, tanto física como emocionalmente, pero fue algo hermosa mi niñez.
En mi juventud el transitar fue un poco entre espinas y obstáculos, pero la disfrute, porque en esta etapa fue que conocí lo que era el amor, -o al menos lo que yo creí que lo era-, me amaron, tuve la fortuna de tener toda clase de mujeres de las cuales de cada uno tengo un singular recuerdo, quizás sea un poco presumido al externar que fui amado, pero esa es la verdad, no me considero guapo, pero si con suerte.
Mi vida ya de adulto, ha sido la más esplendorosa, han sido momentos de calma, mucha tranquilidad respecto al amor, me he asentado en ser feliz con una hermosa mujer, acompañándonos un muy sincero y noble hijo. Tengo la dicha en mi hogar, tengo la paz en mi corazón, tengo la serenidad en mi mente pero también la firmeza en mis decisiones. He cambiado totalmente y en todos aspectos, ya pienso y razono mis actos y me conduzco con toda la rectitud para ejemplo de mi familia.
Avizoro los tiempos de la vejez, pero no me asusta, he conocido gentes que viven su ancianidad con tanta dicha, que los envidio, parejas que pasan por mi vista y todavía derrochan mucho amor, familias con sus abuelitos bonachones y felices que acuden a la iglesia, un poquito de tranquilidad en nuestro alocado ser es necesario a esa edad, personas que a pesar de tener que usar bastón para moverse lo hacen con una candencia que tal parece que el tiempo no ha podido vencer.
Dice la poesía Juventud divino tesoro que te vas para no volver, quizás yo diría Vejentud divina etapa, que te tardas para disfrutar, ya me veo en mi sillón con mis nietos en mis piernas disfrutando las caricaturas de Tom y Jerry o de los Power Rangers, o si bien me va, la de Cenicienta o la de Blanca Nieves y los 7 enanos, con mis pantuflas o mi pijama, con mi mujer a mi lado poniéndome un poco de alcohol en las piernas por mis reumas, o dándome masajes en la espalda.
A poco no se siente bonito exponerlo, por eso lo repito, a mi no me asusta la vejez, siento que es el premio que la vida nos da, por llevar una vida ordenada fuera de tantos problemas y sinsabores, dentro de los parámetros que nos indica la naturaleza para llegar a esa edad, noto más paz en los rostros de esas personas, un remanso de tranquilidad, siempre rodeados de sus familiares, consentidos de todos y mimados por todos, de verdad siento que incluso sus canas son el tesoro que nunca pudieron tener sus arrugas son los surcos de tantos caminos tan accidentados que tuvieron que transitar, la caída de sus dientes fueron por tantas visitas que le hizo el ratón, su cuerpo doblegado por los miles de problemas que tuvieron que resolver pero que jamás los quebraron.
Esa es la vejez, que muchos jóvenes menosprecian porque creen que la juventud les va a durar toda la vida y hacen mofa de los ancianos, sin saber que quizás esa etapa es la mejor forma de demostrar que aún se tienen ganas de seguir viviendo, que el tiempo aún no los ha podido vencer, que nuestro Padre Eterno todavía tiene asuntos pendientes que encomendarle, que todavía faltan miembros de la familia por conocer, en fin cosas que podría seguir escribiendo para demostrar que no hay que temer a la vejez.