jueves, 5 de mayo de 2011

EL LOCO (4)

En mis ratos de total lucidez, pienso y hablo para mí mismo, que me faltó por darle mucha comprensión a mi mami, ahora comprendo y entiendo a ese cantante famoso que compuso amor eterno, porque tanto a él como a mí nos faltó tiempo para amar a nuestra madre, sabemos que pudimos haber hecho mucho más por ella, pero que por nuestros tontos compromisos, siempre lo dejamos para la próxima ocasión, por eso, es esta oscura soledad que estoy viviendo, soledad que muchos catalogan como una locura, pero quizás preguntaría, ¿Quién me ha preguntado por que soy así? NADIE, ¿Quién me ha prestado su atención cuando les he pedido algo? NADIE, para ellos soy el loco y nada más. Y a ti te preguntaría, ¿si me vieras en la calle, te detendrías y me preguntarías que me pasa?



El juego que nos presenta la vida, nos lo presenta equilibrado, sin ventajas ni desventajas, sin vencedor ni vencido en el tablero nos pone oportunidades, pero también dificultades, nos pone amor y a la vez odio, talento e ignorancia, respeto y altanería, honradez y deslealtad, riqueza y pobreza, blanco y negro, belleza y fealdad, todos esos ingredientes nos lo deja la vida, nos toca a nosotros saber elegir, poder llevar a cabo nuestra sapiencia o nuestra ignorancia, la educación se amamanta, no se adquiere, los principios son nutridos en nuestro hogar y el respeto nos lo infunden nuestros padres, el vivir bajo todas esas premisas nos vuelven locos, pero también nos heredan cordura, no es más loco aquel que no disfruta los dones de Dios, sino aquel que teniéndolos a manos llenas los desprecia.



¿Quién podrá ser más despreciable, aquel que teniendo riquezas y se preocupa por tener más o aquel que viviendo en su pobreza anhela superarse pero dentro de la honradez? Mi locura es aprender a vivir con lo necesario sin envidiarle nada a nadie; cierto día me encontré una cartera repleta de billetes, pero también de imágenes religiosas y fotografías familiares, al ver la felicidad en esas fotos, la locura me invadió y busque al dueño de la cartera y la devolví, quizás más demencia cometió el dueño, que en lugar de darme las gracias, me preguntó que a que horas se la saqué de su pantalón. Y me pregunto ¿obrar con rectitud es una locura?



Cuando me toca descanso en mi trabajo, por lo regular voy a la oficina, pero cuando trabajo como quisiera estar descansando, no me entiendo, no me comprendo, a veces ni yo mismo sé quién soy, unos dicen que un soberano inocente y otros que un ser gruñón, me hablo frente al espejo, me sincero conmigo mismo, me reprocho mis defectos, incluso me increpo por el rostro que tengo, un rostro adusto, rezongón, me tranquilizo cuando pienso que esa faz es la misma de mi padre, pero aquí es donde raya por completo mi locura, ¿Cómo puedo estar orgulloso de tener el rostro de mi padre, si fue un señor que jamás se preocupo por mi? Y me lleno de satisfacción y también de mucho orgullo, porque la cara es de mi Jefe, pero los sentimientos, esos son de mi Jechu, mi cabecita de algodón, porque de ella herede esta hermosa locura, de querer sin ser querido, de amar cuando me lastiman, de perdonar cuando me ofenden, de ayudar cuando me insultan, de reír cuando tengo un gran dolor, de besar cuando me muerden, de dar miel cuando me ofrecen vinagre, de hablar de frente cuando hablan a mis espaldas, esa paranoia, queridos amigos, esa gran locura la heredé de mi Madrecita. (CONTINUARA......................)

EL LOCO (3)

Tal atrevimiento causó pena en ella, que se echó a llorar, sentada en su pupitre, sus amigas la calmaban ofreciéndole frases de consolación, pero ella seguía llorando, posteriormente arribó su maestro y al ver la bolita de niñas preguntó que sucedía, entonces dejaron al descubierto a la niña que seguía llorando, se acercó a ella y le preguntó que le pasaba, si se sentía mal, pero ella le contestó que no, que lo que pasaba, es que un niño del salón de enfrente se había atrevido a darle un beso en la boca, me mandó a llamar, y delante de mis compañeros y los del otro salón, me dio cinco reglazos en cada palma de mis manos, los golpes, fue lo de menos, la satisfacción de haberle dado un beso a mi princesa fue el bálsamo que alivio el dolor de ese castigo.


Siguiendo con ese plantel educativo, en compañía de los demás chavos del salón, nos fuimos al patio de la escuela a jugar beisbol, la jugada era de sólo dar un golpe quedo y fino con el bate, para que la bola no se fuera estrellar al edificio de enfrente, que era una fábrica, al tocarme el turno para batear, me hice el propósito de meter la bola en una de las ventanas de la fábrica, lo logré, al disparar la bola esta se fue a estrellar a la ventana, rompiendo cristales y una jarra con café que estaba en la misma, lógica la reacción, corrimos para que nadie nos viera y nos fueran a culpar.


Pero de antemano los de la fábrica ya sabían quiénes habían hecho tal maldad, por lo cual un representante de tal negocio, acudió a la dirección para saber cómo solucionar ese gran problema, el director investigó por su cuenta y posteriormente nos mandó llamar, nosotros con una cara de yo no fui nos presentamos a escuchar la perorata del profesor, se nos dijo que teníamos que pagar el cristal y su colocación, así como la jarra del café que quedó hecha añicos, por lo tanto se nos fijo una cantidad, además de llevar a nuestro padre, se me olvidaba decirles que esto ocurrió un fin de semana, así que el lunes teníamos que llevar lo acordado.


Sobra decir que al salir de la dirección, todos quedamos de acuerdo en llevar el dinero, pero no decirle a nuestros padres (en caso mío, mi padrino) que acudieran. Por mera suerte, tocó que ese día a mi padrino le notificaron que salía a Manzanillo, Colima, el domingo por la tarde, jamás me puse contento como ese día, por lo cual mis padrinos jamás se enteraron de la locura que cometí, el domingo por la mañana, preparamos nuestras cosas, nos despedimos de nuestros anfitriones y en la tarde ya estaba diciéndole adiós al puerto de Salina Cruz, Oaxaca. Más vale suerte que dinero, ¿no lo creen?


A veces la vida nos pone en circunstancias especiales, a veces las aprovechamos y en ocasiones, casi siempre las dejamos ir en espera de algo mejor, ¿Verdad? Lo anterior lo digo, porque con mis padrinos quizás pude haber tenido estudios superiores a los que ahora tengo, pero mi locura era estar junto a mi madre, por eso yo jamás cambie la vida cómoda y llena de oropeles a cambio de no estar con mi jefecita, no me arrepiento, con ella tuve una vida pletórica de amor, ternura y mucha comprensión, que cuando ella murió, ahí es cuando empezó mi verdadera locura, ahí de verdad perdí la noción del tiempo, de la vida y de mi propia religión, con mi madre se fueron todos esos adjetivos, con mi madre murió la esperanza por vivir la vida, ella se llevó mi alegría, mi serenidad, mi tolerancia, mi equidad, pero sobre todo se llevó mi amor, jamás volví a sonreír, nunca más se oyó un chascarrillo de mis labios, murió ese ser tan recto, quedó ese adefesio encorvado. (CONTINUARA......................)