Eleuterio Godínez Plazoleta, tipo que siempre se andaba lamentando de su suerte, gustaba de visitar lugares de ciertos peligros, esto no era de extrañarse, él nació en un lugar cuya característica era que siempre estaba en movimiento su corteza terrestre, cuando no eran los temblores, eran las replicas, pero siempre había algo que ponía en movimiento ese lugar, incluso el carácter de Eleuterio, ya que por tener como su lugar de origen una localidad en la cual era cuna de conjuntos que tocaban música cumbiera, salsa o merengue, por lo cual como lo habíamos hecho notar era un lugar que siempre estaba en movimiento. Además su gente era bravía, gente de la costa que prefiere morir en la raya antes de que mancillen su nombre o apellido, era la gente que no conocía el miedo, porque vivía siempre dentro de él, acostumbrados desde chiquillos por el carácter indomable de la mujer.
Cuando nació, un gran temblor tuvo su percusión en la capital de la república mexicana, pero el epicentro fue en ese lugar donde venia llegando a la vida, lo más raro de él es que a pesar de que sus padres fueron gentes de color, el nació con la piel clara y los ojos verdes, nadie se lo explicaba, pero todos lo veían como un fenómeno, esa fue una de las características que lo hicieron sobresalir entre sus paisanos, y la admiración entre el sector femenino.
Con el correr de los años Eleuterio, decidió salir de su terruño, emigró hacía la parte norte de su estado, en donde se encontró un pueblo lleno de pescadores y una bahía tan hermosa, que solo en la imaginación de los poetas que se dedicaban a componer canciones las había escuchado, jamás se imaginó que se iba encontrar un paraíso, pero tampoco de que al llegar lo iban a asaltar y a dejar con lo poco que traía, que era una modesta cantidad de dinero que traía oculta entre sus pies y la suela de sus huaraches.
Como era un tipo que jamás se quedaba estacionado en un problema, se dirigió al mercado de ese pequeño poblado, donde después de haber ingerido una suculenta comida, encaminó sus pasos a las bodegas de dicho inmueble, con tan buena suerte que al llegar consiguió que le ofrecieran trabajo de cargador de las cajas de frutas que ahí expendían, como no tenía donde dormir, el dueño de la bodega, le dio permiso a que pernoctara en ese pequeño local, con la condición de que levantándose, abriera el local y arreglara la fruta para su venta.
A los pocos meses de haber llegado, en pleno sueño, oye el alboroto de gente corriendo por los pasillos, intrigado se levanta y asomándose al exterior, se da cuenta de que cerca de los locales se están quemando los establecimientos donde venden comida, luchando por su humanidad, con el temor de que los tanques de gas explotaran, logra salir a lo que es el estacionamiento, lugar donde llega su patrón y le pregunta que estaba pasando, le comunica que no sabe nada, solo que vio unas grandes llamaradas que salían de la nave de fondas, que decidió salirse pues temía perder la vida en ese incendio.
Como es lógico de pensarlo, Eleuterio se queda sin trabajo y sin lugar para dormir, por lo tanto se dirige a otros establecimientos a ofrecer su servicio, pero sin resultados positivos, por lo tanto se dirige a las colonias, donde logra colocarse en un puesto de venta de discos piratas, ayudándole al dueño, consigue que lo dejen todas las tardes vendiendo y sea quien cierre el establecimiento para aprovechar el lugar y quedarse a dormir. Todo transcurre normal y el vive feliz, haciendo amistades con los comerciantes establecidos en ese lugar, ya que su carácter jovial lo ayuda para entrelazar contacto con la gente. Claro que para él no es desconocido el escuchar la música que lo acompañó durante su niñez y su juventud, para lo cual hasta se daba el lujo de recomendar las canciones que en ese momento estaban de moda tocándose.
Pero el destino trágico y tan cruel tiende su maraña sobre el pobre Eleuterio, un domingo que había acudido a una playa a refrescarse, después de haber comido un platillo hecho de mariscos (vuelve a la vida), de haberse tomado unas coronitas bien frías y como platillo para bajar ese banquete unas ricas pescadillas acompañadas de un ceviche con pulpo, regresa a hacerse cargo del local, justo en el momento en que bajando del autobús se dispone a atravesar la avenida, ve un raro movimiento de unas camionetas en el negocio de su patrón, quedando parado en el camellón de dicha vía, observa como rafaguean el local, aprecia que parte de los disparos alcanzan la humanidad de quien se encuentra en el puesto, asustado de esta escena corre al lado contrario de donde están sucediendo estos hechos, yéndose a refugiar al local de una casa de empeño.
Pasado el susto, se dirige adonde en esos momentos el área se encuentra acordonada, con policías federales, soldados y de la marina, temblando y con el rostro desencajado se cerciora que el muerto no es otro que Filemón (su patrón), como notan que su insistencia de acercarse es demasiada, se le acerca un oficial de la marina, preguntándole que si era su familiar la persona que se encontraba tirada en el suelo, le dice que no, que solamente le interesaba pasar porque tenía que llegar a su casa, que ese era el camino, por lo tanto, se vio precisado a transitar por ahí y que la curiosidad lo llevó a echar una mirada a la escena de los hechos violentos.
Otra vez, sin techo donde dormir, sin trabajo y sobre todo sin paz interior, preguntándose a cada rato, ¿Por qué sucedió esto?, no lo entendía, jamás vio algo anormal dentro de las actividades de su patrón, solo discos, películas y nada más, pero entonces ¿por que cayeron a matarlo?, definitivamente su cabeza era un caos, no lograba hilvanar ninguna idea, no quería recordar nada, pero involuntariamente las escenas volvían una y otra vez, no podía creerlo, apenas en la mañana al despedirse vio a Filemón muy contento, haciendo planes, pidiéndole que a partir de la semana entrante, se quedara todo el día, ya que iba a abrir otro negocio a unas cuadras más adelante.
Cuando llegó la esposa de su patrón, entró rápidamente a sacar sus pocas pertenencias y además el botecito, donde tenía guardado el dinero que poco a poco iba a ahorrando, no pudo hablar con la señora, se encontraba totalmente destrozada por la pena de haber visto a su marido en un gran charco de sangre y con la cabeza destrozada por los impactos de bala que le dispararon, Eleuterio no la buscó, solamente agarró sus cosas y desapareció del lugar, ya que tenía miedo de que también a él le pudiesen hacer un daño, es que el estruendo de lo que después supo eran “cuernos de chivo”, lo dejaron todo traumado sin ánimos de preguntar nada, mejor era tirarse a perder a otro lugar, donde no fuera a ser reconocido por las personas que transitaban por ahí.
Se llegó la noche, no consiguió trabajo, se dirigió a los puestos de tacos y se dispuso a comerse una orden, pero siempre mirando a todas partes, se sentía vigilado y temía que en cualquier momento le cayeran, terminando de cenar, se dirigió a la iglesia del lugar, no era muy afecto a la religión, pero se acordó de lo que le decían sus mayores, en cualquier problema recurre a Dios y pídele que te ayude a resolver tus problemas, por lo cual, haciendo acto de presencia en el templo, hincado frente a la imagen de Cristo en la cruz, se dispuso a elevar una plegaria, que con toda sinceridad salió de su corazón.
Dios mío, en tus manos pongo mi vida, no he hecho nada malo, siempre me he comportado de acuerdo a lo aconsejado por mis padres, nunca en mi vida que yo recuerde he tenido una arma, jamás he lastimado a nadie, Padre, protégeme, dame la sabiduría para encontrar el camino que me haga salir de este problema, no entiendo que pudo haber hecho la persona con quien trabajaba, pero no deseo que esa violencia me alcance, señor te lo pido por tu amorosisima madre, que siempre estuvo pendiente de tu persona, amen.
Acto seguido sale del templo y sin rumbo fijo se encamina hacía el cinema de esa colonia, aprovecha que en la parte trasera no existe alumbrado público, busca entre los botes de basura unos cartones y junto a ellos se acomoda para disponerse a emprender el camino al descanso de su cuerpo y de sus ojos. No tarda mucho en caer dormido, la preocupación y el cansancio lo hicieron que esa noche, nada ni nadie perturbaran su sueño reparador, aunque entre sueños volvía a ver las escenas del homicidio de su amigo y patrón, pero solo se inquietaba, pero no despertó. Al día siguiente el ruido del claxon del camión repartidor de gas lo hicieron levantarse.
Echo a andar buscando donde emplearse, pero no encontró nada, resolvió comprar ropa en los puestos de los comerciantes ambulantes, para ir a venderlos al tianguis, se surtió de una buena cantidad de ropa, y esperó un día propicio para acudir a la vendimia, poco a poco Eleuterio iba agarrando el hilo de lo que era vivir en un lugar lleno de peligros, por lo cual decidió una noche dormir donde instalaría su puestecito para vender lo poco que había comprado, pero claro con un porcentaje extra de ganancia, ya que también había resuelto salir de ese lugar, porque sabía perfectamente que corría peligro, ya que diario se escuchaban estruendos de balas y eso en ocasiones lo atemorizaba.
Serían las 5 de la mañana, cuando empezó a oír ruidos y a ver mucho movimiento de los comerciantes que empezaban a montar sus tiendas para expender su mercancía, se levantó y de inmediato empezó a tender su ropa sobre unos pedazos de cartón que le habían servido para dormir, sabía más o menos a que precio los iba a dar, así que asiendo la garrafa con agua que ex profeso había llenado, comenzó a limpiarse la cara para despabilarse.
El movimiento empezó a las 7 de la mañana, así que a esa hora Eleuterio empezó a gritar promocionando su mercancía:
Agárrele, agárrele, métale la mano, métale la mano, todo rebajado lléguele, lléguele, solo aquí mercancía fina traída del distrito federal a precios muy económicos.
Pero nunca falta la de malas, que le suceden a personas que tienen el firme propósito de trabajar para salir de su pobreza, en ese momento se oye un alboroto inusual y todos empiezan a correr, nuestro amigo no sabe que hacer, más que amontonar su mercancía al lado suyo, esperando que termine todo este desorden, sin embargo no pasa mucho tiempo, cuando observa que a escasos 10 o 15 metros, se encuentra un artefacto dando de vueltas, llegando a quedarse quieta al pie de una jardinera, intenta agarrarla, pero una mano férrea, se lo impide, aunado a esto oye una voz que le dice:
“Que haces pendejo, hazte a un lado, es una granada, lárgate de aquí no vaya a ser la cosa que explote”
Cuando alza la vista se da cuenta que quien lo toma del brazo es un policía, de aspecto de un mastodonte, con una mirada cargada de coraje, con los ojos vidriosos, quizás de miedo o tal vez inyectados de odio a quien tiró esa armazón destructiva, como puede recoge lo que más pudieron atesorar sus brazos y corre al parque a refugiarse, para ese momento ya se encuentran varias personas curiosas tratando de ver lo que esta sucediendo, pero que son detenidos por la fuerza publica para que no sigan avanzando al lugar en que se encuentra reposando esa armadura, acordonan el área, no falta el atrevido que llega hasta el punto de referencia con su cámara y se pone a tomar fotografías poniendo en riesgo su propia vida.
En unos cuantos minutos toda el sitio se ve inundado por las fuerzas del orden a nivel federal, los cuales con sus unidades bloquean el lugar donde sucedió el incidente, y como si estuvieran en combate, con sus armas apuntan a todos lados pero a ninguna parte en especifico, se oye que dicen que esperaran al ejercito para que la venga a desarticular, pero, como siempre, los militares tardan y aproximadamente a los cuarenta y cinco minutos que sucedió el hecho, se observan varios convoy acercándose a inspeccionar, posteriormente arrastran una maquinaria pequeña toda blindada, donde introducen la granada y acto seguido se retiran del lugar.
Eleuterio, se había quedado a presenciar todo el acto de limpieza, al momento de quedar sola la plaza de las fuerzas federales, toma su mercancía, la mete en un costal, amarrándolo, pasa a retirarse también él, pero lo hace en la dirección que conduce a la terminal de autobuses foráneos que esos que su destino es la costa chica, ha tomado la decisión de regresarse a su pueblo, no quiere saber nada de modernidad y progresos, lleva el firme propósito de emplearse en la bajada de cocos, que para eso se pinta él solo, ya no quiere sufrir tantos sobresaltos, quiere vivir en paz junto a su familia, con su gente, con su pueblo.
Al llegar a su tierra natal, cuando está bajando del autobús, en su mente se le oye decir, “Jamás debí de haber salido de aquí, esta es mi gente, mi pueblo, que tanto quiero, que jamás volveré a dejar aunque la vida me cachetee o trate mal, como dijo ese cantor que tanto he admirado “Esta es mi gente que por nada dejo aunque volviera yo a sufrir igual”
Al salir de la terminal, siente el afecto de las personas que va encontrando a su paso, el saludo que le transmiten lo hacen sentirse muy querido, de pronto al llegar a la plaza cívica, oye al carro sonido que vendiendo el periódico en su nota principal vociferaba “vea usted, tremendo granadaso en una plaza comercial en el puerto de Acapulco” , riéndose por la nota, se apresura a comprar un ejemplar, el cual empieza a leer cuando llega a su hogar, en compañía de los suyos lee la noticia de la cual el tuvo participación.
Producto de una balacera en la cual resultaron varios uniformados privados de su vida, después de haber arrojado a un desmembrado, un grupo de hombres encapuchados y fuertemente armados con rifles de alto poder, Cuernos de chivo y R-15, arrojaron una granada la cual cayó a los pies de una mujer de la tercera edad, quien al verla caer cerca de ella se desplomó sin vida, siendo presa de un infarto al miocardio, hasta el momento se encuentran fuerzas publicas de los tres ordenes de gobierno resguardando la escena de los hechos y haciendo indagatorias para saber con certeza a que se debieron estos tan lamentables hechos. Posteriormente se supo que un infortunado vendedor de ropa fue alcanzado por los proyectiles y su cuerpo quedó tirado en el interior de la jardinera, donde se supone corrió a refugiarse.
Al terminar de leer la noticia, Eleuterio no se aguantó y dejó escapar una sonora carcajada, diciéndole a sus familiares, Padres, ya quedaron sin su hijo, tienen que ir a reclamar mi cuerpo, jajajajajaja, estos periodistas caray de verdad no se miden en sus notas, con tal de vender su producto inventan cosas que ni sucedieron, aquí estoy vivito y coleando, y en esa “dizque” balacera, la verdad no sucedió nada, solo el abandono de una granada vieja y mohosa de la cual ya no existía peligro de que explotara, pero en fin, lo único cierto es que murió ese pueblerino que con entusiasmo busco el progreso fuera de su pueblo, sin saber que la verdadera riqueza que todos tenemos el cariño de todos nuestros familiares y además de todos nuestros conocidos, jamás volveré a salir en busca de tesoros, aquí están mis raíces y aquí enterraran mi cuerpo.