viernes, 9 de enero de 2009

ADIOS, AMIGO MIO.

(EN TU MEMORIA AUGUSTO *27 ags.1962 +25 nov 08)
De verdad, me causo un hondo pesar la noticia que por conducto de mi hija se me daba, no podía creerlo, de verdad, no quería creerlo, pero era verdad, momentos antes de la llamada tu habías emigrado hacía un lugar desconocido para todos los mortales, habías partido como siempre en vida lo habías hecho, sin decir nada, ni una explicación ni siquiera una señal, pero te habías marchado.

Tu ausencia deja un enorme vacio en muchas vidas, en muchos seres, que supimos o más bien tratamos de entenderte para saber convivir contigo, porque fuiste algo especial, porque fuiste una persona no tan fácil de comprender por tus inquietudes, pero así fuiste, no tratare de justificar tus acciones, no me corresponde hacerlo, pero si podré expresar el porque te llegue a estimar demasiado.

Podría decirte cuñado o compadre, pero el termino más aceptable para mi sería el decirte mi amigo, porque eso fuiste para mi, una persona que me supo entender en el poco tiempo que conviví con tu hermosa familia, aún tengo presente todos los conceptos que vertiste cuando me conociste y además todas las prevenciones que me hiciste para que pensara seriamente en el emparentar con tu familia.

Sabes, no sabes cuanta razón tenías, pero sin embargo fui terco y emparentamos, como olvidar los pequeños momentos que convivimos, o la ocasión en que me prestaste tu pequeño datsún blanco, para llevar mi ropa que me habían tirado al patio de la casa en la que yo pagaba la renta, jamás lo olvidaré.

Tampoco olvidaré, cuando veías que las cosas se ponían de color de hormiga con tu familia y mejor, con cualquier pretexto me sacabas y nos íbamos a otro lugar a platicar, creo que sería ingrato no reconocer que por ti pude estar en la ceremonia del bautizo de mi hija, y, claro que me gustó que tu fueras el padrino de mi nena, porque sabía del gran amor que le tenías, pero también el gran aprecio que gozaba de tu parte.

No mencionaré tus títulos o especialidades que tenías, no, porque esos se quedaron contigo, esos ya nadie los va a utilizar, fueron solamente tuyos, de verdad muy tuyos, fueron el orgullo de tu familia y porque no decirlo fueron los alicientes para seguir mejorando, yo osare tomar para mi, tu amistad esa que quizás solo este conmigo, no pienses que por haberte ido de este mundo terrenal debe uno hablar muy bien de ti, no, porque sería pecar de muy zalamero y tu me conociste, yo no soy así, yo soy franco y digo las verdades aunque duelan, aunque lastimen sensibilidades, pero así soy yo.

Y, quizás esa característica también tuya, haya sido la que nos hermanó, la que hizo entendernos, que aunque a veces tenías un genio disparejo que lo mejor era salir por piernas, pero todo eso dentro de lo normal, te lo vuelvo a repetir, de verdad sentiré mucho tu ausencia, porque quizás fuiste la segunda persona en el orden de tu familia, que me supo tratar como quería ser tratado, me hablaste con verdades que me hicieron pensar que tu no querías ser mi cuñado, pero que con el tiempo fue realidad lo que me advertías.

El sentir de todos los que te pudimos tratar, es de tristeza, es de dolor, es de rabia de ver que nuestro señor, se lleva a la gente buena, a la gente trabajadora, a la gente que busca su superación para el bienestar de su familia, pero en fin, a lo mejor, ya no había algo en que te ocuparas aquí en la tierra que nuestro Padre Eterno te llevo con el para emprender un nuevo proyecto allá arriba.

Sé que lograste obtener un beneficio para tu querida escuela, te felicito, pero quizás mi felicitación vaya más allá, porque por ese detalle obtuviste el reconocimiento de muchos alumnos que te consideran como amigo benefactor, todo eso lo oí en los comentarios cuando fui a tu velada, me imagino que tu ahí en el lugar en que te encontrabas acostado durmiendo, también los escuchaste y presiento que tu querías ampliar aun más ese sueño que se cumplió, porque ese fue tu afán el de ayudar, no por algo en una visita en que nos vimos en la ciudad de México, te dije que tenías alma de guerrillero, y tu explotaste en una carcajada, contestándome que ocurrencias las mías, pero ya vez yo también le atine.

Podría ser recordando miles de cosas más, pero no es necesario, porque al igual que yo, existen muchas personas que tienen buenos detalles tuyos, solo puedo decirte algo que desde el fondo de mi corazón brota muy sinceramente, de verdad no sabes cuando te voy a extrañar, porque sé del gran amor que le tenías a tu familia, a la vida, a tu profesión, a tus amistades, pero sobre todo ese gran cariño que tenías por mi hija, y eso con nada podré agradecértelo, más que con una frase, aunque un poco trillada pero representa todo el sentimiento que uno puede expresar, Gracias compadre, gracias cuñado pero el mejor concepto GRACIAS, QUERIDO AMIGO.

jueves, 1 de enero de 2009

SE ME OLVIDO.


Al momento de conocerte se me olvidó mi forma de vivir, tú lo cubrías todo, eras lo que tanto había esperado, ese ángel que me miraba, que estaba atenta a lo que yo dijera, sé que te apasione con mi forma de ser, pero la verdad tu me enterneciste mas por esa hermosura que cubre todo tu cuerpo, por esa sonrisa angelical que emiten tus delgados labios, por esa voz tan bien timbrada que se apodera de mis oídos, por todo lo que tu representas, por todo eso fue que algo se me olvidó.

Cuando empezamos a andar como amigos, me gustó demasiado tu forma de cubrir todos los temas que me exponías, me agradó tu amplio conocimiento sobre diversos tópicos de la vida, además me cautivo ese gran amor que le tienes a la existencia, así te conocí tan amena, tan amable, tan cordial pero sobre todo tan sencilla, todo eso me hizo cada día enamorarme más y más de ti, eran noches y amaneceres en vela siempre pensando en ti, te tenía tan metida en mi corazón que se me hacia imposible hacerte a un lado, aun en los momentos mas tediosos de mi trabajo, ahí estabas, en las platicas con mis amigos tu nombre surgía, pero algo se me olvido decirte.

A los pocos días de conocernos o quizás fueron semanas, te pedí que si deseabas ser mi novia, me contestaste que si, ese día fue el más maravilloso de mi vidorria, empecé a tomar la vida con más calma, volví a sonreírle a todos, me torné más tratable, en mi trabajo me convertí en una hormiguita, en todas partes estaba, tu amor me cambió en único, volví a amar, reanudé a creer en la mujer, porque tu fuiste el bálsamo que se untó a mi cuerpo para devolverle la vitalidad que creí que ya había perdido.

Pero dentro de mi me sentía muy culpable, porque a pesar de todo lo que me has dado, al estar contigo se me ha olvidado algo, sé que no he sido sincero contigo, de mi amor ten la certeza de que es verdadero, te quiero con todas las fuerzas que mi pobre cuerpo pueda desarrollar, mi corazón sólo tiene una dueña y esa eres tu; Los momentos más felices que últimamente he pasado han sido a tu lado, tu transformaste mi vida, tu cambiaste mi semblante, ahora río, gozo, disfruto y me convenzo que esta vida es la que quiero vivir.

De ti no tengo la menor duda que soy el amor de tu vida, me lo has demostrado, sé que soy el hombre ideal para una mujer ideal como lo eres tu, me has hecho sentir todo tu cariño, lo puedo sentir en el calor de tu cuerpo, lo puedo ver en el brillo de tus ojos, puedo presentirlo por el latir de tu corazón, pero quiero que sepas que lo mismo que sientes por mi es reciproco, porque te quiero, te adoro y te extraño en los momentos en que no te encuentras junto a mi, eres la media naranja que por mucho tiempo estuve esperando, pero que quizás por algo que se me olvido decirte no sea el prototipo de hombre que tu esperas para poder unir tu vida.

Me siento tan ilusionado que desearía contigo formar un hogar; Un hogar en el cual me estuvieras esperando para dar rienda suelta a nuestro cariño, un hogar que bien podríamos formarle al hijo o hijos que deseáramos tener, ese hogar que sería nuestro cómplice en nuestras noches de amor y de entrega total en la intimidad de nuestra recamara, ese nidito de amor que serviría para ver a nuestras familias reunidas, ver a nuestros hijos correr por todo lo largo y ancho del lugar, pero me entristezco demasiado ver que estos sueños jamás se podrán realizar por algo que se me olvidó.

Sé que te debo una explicación y como hombre, o tal vez como un enamorado insaciable de tu persona debo de expresarte lo que se me olvido decirte cuando te conocí, que se me siguió olvidando cuando te pedí que fueras mi novia, pero ahora que soy yo el que quiero tener una relación tan sería como el llegar al altar los dos juntos, antes de que suceda algo más en nuestras vidas, debo de tener la entereza de decírtelo antes de que comentes con tu familia nuestra relación, sabes, se me olvido decirte que SOY CASADO.

LA YEGUA Y EL GARAÑON








Cuantas veces he acudido al zoológico para deleitarme la vista con los animales, me gusta ver que en el reino animal, se tenga también ese sentimiento tan bonito que es el amor, leones feroces lamiendo a su pareja en señal de cariño, esas focas que se unen con sus aletas para abrazarse, los monos colgándose y así boca abajo uniendo sus cuerpos para balancearse y besarse, los mismos elefantes elevando sus trompas para pasarse la comida, en fin, esos habitantes del reino animal se ven tan felices que olvidan su condición de estar encerrados para disfrutar y amarse sin que los cohíba el hecho de que son objetos de las miradas de los miles de paseantes -¿o curiosos?- que se detienen en sus jaulas a admirarlos.

Hace tiempo tuve un sueño, me vi convertido en un caballo compañero de un garañón, el cual disfrutaba de la compañía de las yeguas, sin importarle si tenían pareja o no, si tenían potrillos o no, en fin era un corredor incomparable, me gustaba verlo, era mi admiración, a todas partes lo acompañaba, el me dejaba hacerlo, porque era un vanidoso, le gustaba lucir sus conquistas ante mi, pero, ese Garañón tenía algo de especial, le gustaba conversar, era un maestro en el arte de hablar, con esa facilidad emitía consejos, lo que tenía de conquistador lo tenía de buena persona al preocuparse por el bienestar de los demás, aconsejaba para que las parejas tuvieran una buena relación marital.

En una ocasión trotando en las praderas, se encontró con una potranca de muy buena estampa, con ancas bien delineadas, un rostro bien formado, todo en ella era perfecto, el único defecto que él le encontró fue que esa bestia tenía su macho, junto con una familia de lindos potrillos, le sedujo esa familia, se acerco a ellos en plan cordial, ella lo aceptó como su consejero, lo llegó tanto a estimar que nada le ocultaba a su macho, quien ocupado en galopar por la pradera, se pasaba todo el tiempo fuera de la manada, ausencia que bien aprovechaba el Garañón para frecuentar a esa familia. Era un seductor, un calavera, pero desafortunadamente pecaba de sentimental, ya que le ganaba el cariño por esos potrillos, pensando que así fue él en su infancia, era muy cariñoso con esa familia.

Sucedió un día en que a la Yegua se le antojó cabalgar en compañía del Garañón, salieron a la campiña a retozar, a admirar el resplandor del día, a disfrutar del agua gélida de la cascada, el alba era propicia para trotar y llenarse los pulmones de ese aire tan limpio y puro que sólo existe en el campo. Con la complicidad de la espesura de los matorrales, se unieron en uno solo, cruzaron sus miradas, comprendiendo al instante que se atraían el uno al otro, se revolcaron, hicieron eso que los humanos llaman el amor. Tuvieron una relación sexual muy a su manera, pero disfrutaron del momento, solo el eco fue el reflejo de sus relinchidos de felicidad; esperaron en el campo la llegada del atardecer para volver donde estaba el resto de la manada.

El Garañón se sintió molesto consigo mismo, porque no era eso lo que él quería, él admiraba a esa Yegua, quería mucho a los potrillos, respetaba a la manada, pero sucedió y no era momento de arrepentirse, el sabía lo que eso significaba, no en vano ya había andado correteando con varias yeguas, nunca sintió remordimientos, pero ahora era diferente, había correteado con esa Yegua sin pensar en correrse, el sólo quería estar con ella, admirar esa belleza equina, contemplar sus formas, acariciar con su hocico sus sedosas crines, mirarse en sus ojos tan cristalinos como el agua del hermoso lago que se encontraba frente a ese campo frondoso.

Pero él era así, solo le gustaba vivir la vida, porque él era libre, no le ataban ninguna clase de ligaduras, a los amos que había tenido se les había fugado, porque su vida era el campo, su Padre el Sol y su Madre la Luna, así era él. Más la desilusión llegó tiempo después, cuando constató que la Yegua no era la clase de animal que el se había imaginado, les gustaba trotar con otros, correteaba a campo abierto, importándole poco sus potrillos, ella vivía su vida, sin importarle el mal que le hacía a su macho, no hacían efecto todos los consejos que ella recibía, solo quería vivir la vida sin tener que adoptar ninguna obligación, era triste verlo, pero así la miraba el Garañón.

Después de su encuentro amoroso, jamás la volvió a buscar, no quiso ser participe de su desgracia, porque en cualquier momento le echarían el lazo y acabaría encerrada en cualquier corral, lejos de su gente, lejos de su campiña, lejos del amor de su familia, pero lo más importante lejos de su libertad. El Garañón ya no volvió a cruzar relinchido con ella, solo se limitaba a verla de lejos, pensando que él la creía otra clase de animal, pero que rápido lo desilusiono; Él, que tanto se había arrepentido de lo sucedido, que en las noches volvía el rostro hacia el firmamento, con la esperanza de que en alguna estrella se reflejara su estampa; Ella, que quería separarse de la manada para relinchar en otras campiñas.

Cuantas veces no relinchó de coraje por no poder hacer nada para remediar este fracaso, las muestras de cariño ya no encajaban, los modelos de vida tampoco, los mordiscos menos, entonces sólo había que esperar un milagro, pero habría que tener paciencia para esperarlo, el Garañón sólo pedía la felicidad de esa Yegua, sólo quería ver la alegría de una nueva vida; Para el importaba la Yegua, el lograba seguir vagando, sabía seguir correteando a las yeguas que se le pusieran enfrente, porque así vivía feliz, ese era su gusto, pero le preocupaba la Yegua, con gusto daría toda su vida si ella lo hubiera entendido, que el jamás quiso retozar con ella, porque el tenia mejores amantes que correteaba con placer por el campo, a el no le enseñaban el enseñaba, por eso era un Garañon.

Más todo acabo, la ultima vez que lo vi, me contó que se iba triste por no haber sido realmente comprendido por esa Yegua, se iba lejos a otras llanuras, a buscar otra manada, que no tiene hogar, ni tierra, ni manada; Sus padres eran el Sol y la Luna, su hermana la Oscuridad, su hermano el Resplandor, su ilusión vivir la vida, su meta: Llegar a ser el mejor, su gran sueño encontrarse una Yegua que le ofreciera todo su cariño y sobre todo que supiera darle esos Potrillos que tanto añoraba, para enseñarlos a ser como él y así seguir viviendo en ellos.