Al punto de la asfixia, por sentir la soga en su cuello que lo estaba ahorcando, regresó a sus recuerdos de su vida feliz, ¿pero qué había pasado para haber tomado esa loca decisión de quitarse la vida? ¿Qué lo orillo para tomar esa drástica decisión?, quizás ni el mismo lo sabía, su mente se encontraba totalmente trastornada, sus sentidos tan embotados que no podían poner en orden sus pensamientos y sentimientos, y con la cuerda apretando su cogote, como una película su vida pasó por su mente.
Su vida siempre fue de sufrimiento, nació en un hogar falto de todo, hasta de un padre, porque no lo tuvo, fueron referencias de su pobre Madre, quien en su afán de inculcarle los verdadero valores morales, le hablaba de su progenitor, incluso lo obligaba a buscarlo, pero él en su terquedad, eso lo volvía más rebelde, despreciaba a su padre, cuando tenía la oportunidad de tenerlo frente a frente, sentía ese deseo incontenible de escupirle la cara, reclamarle el que haya abandonado a su madre, dejarlo en la orfandad paterna, viviendo miserias y comiendo lo que con trabajos su madre conseguía.
Era un sentimiento enconoso del cual no podía separarse, sentía que el merecía una buena vida y por consiguiente una mejor para su madre, le dolía en lo más profundo de su ser, los desprecios, que en los lugares donde pedía trabajo su madrecita recibía, ¿pero a su edad que podía hacer? Nada, renegaba de todo y por todo, él lo manifestaba, Dios no existía, no podía existir, ni en su corazón ni en su mente, era metódico en sus creencias, el sabia que Dios era para esas personas que lo tenían todo, esos que se encargaban de humillar y pisotear al pobre.
El mismo era su Dios, porque creía en él mismo, se tenía fe en lo que hacía, sus milagros eran sus conquistas diarias, su fe se fundaba en sus actos, el mismo lo proclamaba, los prodigios se deben a nuestra fe, a creer en uno mismo, los pobres no podían creer en un Dios, no podían darse ese lujo, es más no tenían tiempo para detenerse a pensar en un salvador, ya que jamás a su vida llego alguien que lo ayudara a salir de su pobreza, todo lo que obtuvo de la vida fue por su trabajo, sus privaciones y su rutina, que lo llevo a vivir la vida como se le presentara.
Pero ahí estaba en los fríos de la muerte, en lo acalambrado de su cuerpo, y nuevamente esa visión y todos esos reclamos, pero no tenían eco, porque estaba solo, quizás de acompañante tenía ahí a su lado a la parca, quien pacientemente lo estaba esperando a que se consumara el acto, y la misma pregunta ¿Cómo diablos llegue a esto?, ¿es que no había otra solución?
Claro que ya no existía ninguna solución, todos incluyendo a su propia familia lo abandonaron, jamás se interesaron por saber hasta qué punto era su desesperación o quizás sus problemas, cuando buscó a sus amigos, le dieron la espalda, se encontraban ocupados, tenían sus compromisos que no podían aplazar por una simple llamada, tampoco detenerse a platicar y preguntarle que le pasaba, era perder el valioso tiempo que no podían darse el lujo de desperdiciar, su familia siempre con la promesa de “al rato pasamos a buscarte”, las clásicas excusas: se nos enfermo el niño y lo tuvimos que llevar de urgencia a una clínica, es que a tu hermano le toco trabajar de noche y se la pasó dormido todo el día, tengo que llevar a los niños a la escuela y me tengo que quedar a la reunión de padres de familia, perdimos las llaves de la casa y no podemos salir por el momento, etc., etc.,
Todavía resonaba en su cabeza esas frase de “lo que se te ofrezca; te puedo prestar la cantidad que necesites; mira no te preocupes, ya veremos cómo le hacemos para que salgas; todo tiene solución, menos la muerte; para eso tienes a tu familia para ayudarte; cómo voy a olvidar que me ayudaste, ahora me toca hacerlo a mi; mi casa es tu casa cuando lo necesites; no te fijes ni me digas cuando me vas a pagar, lo importante es que ya no te anden cobrando;” y otras tantas que solo fueron palabras que se las llevo el viento, en sus momentos difíciles nadie estuvo con él, y como al perro más sarnoso le caen las garrapatas, así le sucedió, hasta sus hijos le dieron la espalda.
Pensaron que el viejito chocheaba, que eran puras imaginaciones producto de su mente delirante el que tuviera deudas, que necesitaba dinero; se decían “no sé para qué quiere dinero, si no tiene en que gastarlo”, pero sus deudas eran dinero que ya había gastado, que sirvieron para darle educación a los hijos, para vestirlos, darles de comer e incluso para que anduvieran quedando bien con sus respectivas parejas, pero, el viejito chocheaba.
¿Donde estaban sus amigos?, ¿donde habían quedado aquellos que más que amigos eran sus hermanos?, ¿la familia donde estaba?, sus conocidos que tanto lo admiraban no los veía, todos desaparecieron, se esfumaron. No contaba con nadie, ahora ahí estaba solo, esperando el jalón de la cuerda para escapar de esta vida.
Esta vida que nada representó para él, que nada bueno le dejó, nació, vivió y se desarrolló como un paria y como tal tenía que morir, por eso escogió ese lugar, para que nadie lo molestara, solamente un pedazo de papel a su lado era toda su compañía, donde en el mismo declaraba su decisión de cortarse la existencia: No se culpe a nadie de mi muerte, mi vida sale sobrando y como tal la hago a un lado, amigos recuérdenme como verdaderamente fui, no hagan un santo de mi persona, familia si pueden háganse a un lado no digan que me conocen mucho menos que soy su familiar, hijos les pido perdón por esta decisión pero quiero que sepan que no tuve otra alternativa, a las autoridades les dejo mi cuerpo para que lo depositen en la fosa común, a la vida le reprocho su forma de tratarme y a Dios si es que existe, le pido que me espere que no tardo en llegar.
A punto de lograr su propósito, siente la presencia de alguien, es un niño de 5 años que le dice: yo también quiero jugar al ahorcado, quítate el mecate y pónmelo, ahora me toca a mí.
Su vida siempre fue de sufrimiento, nació en un hogar falto de todo, hasta de un padre, porque no lo tuvo, fueron referencias de su pobre Madre, quien en su afán de inculcarle los verdadero valores morales, le hablaba de su progenitor, incluso lo obligaba a buscarlo, pero él en su terquedad, eso lo volvía más rebelde, despreciaba a su padre, cuando tenía la oportunidad de tenerlo frente a frente, sentía ese deseo incontenible de escupirle la cara, reclamarle el que haya abandonado a su madre, dejarlo en la orfandad paterna, viviendo miserias y comiendo lo que con trabajos su madre conseguía.
Era un sentimiento enconoso del cual no podía separarse, sentía que el merecía una buena vida y por consiguiente una mejor para su madre, le dolía en lo más profundo de su ser, los desprecios, que en los lugares donde pedía trabajo su madrecita recibía, ¿pero a su edad que podía hacer? Nada, renegaba de todo y por todo, él lo manifestaba, Dios no existía, no podía existir, ni en su corazón ni en su mente, era metódico en sus creencias, el sabia que Dios era para esas personas que lo tenían todo, esos que se encargaban de humillar y pisotear al pobre.
El mismo era su Dios, porque creía en él mismo, se tenía fe en lo que hacía, sus milagros eran sus conquistas diarias, su fe se fundaba en sus actos, el mismo lo proclamaba, los prodigios se deben a nuestra fe, a creer en uno mismo, los pobres no podían creer en un Dios, no podían darse ese lujo, es más no tenían tiempo para detenerse a pensar en un salvador, ya que jamás a su vida llego alguien que lo ayudara a salir de su pobreza, todo lo que obtuvo de la vida fue por su trabajo, sus privaciones y su rutina, que lo llevo a vivir la vida como se le presentara.
Pero ahí estaba en los fríos de la muerte, en lo acalambrado de su cuerpo, y nuevamente esa visión y todos esos reclamos, pero no tenían eco, porque estaba solo, quizás de acompañante tenía ahí a su lado a la parca, quien pacientemente lo estaba esperando a que se consumara el acto, y la misma pregunta ¿Cómo diablos llegue a esto?, ¿es que no había otra solución?
Claro que ya no existía ninguna solución, todos incluyendo a su propia familia lo abandonaron, jamás se interesaron por saber hasta qué punto era su desesperación o quizás sus problemas, cuando buscó a sus amigos, le dieron la espalda, se encontraban ocupados, tenían sus compromisos que no podían aplazar por una simple llamada, tampoco detenerse a platicar y preguntarle que le pasaba, era perder el valioso tiempo que no podían darse el lujo de desperdiciar, su familia siempre con la promesa de “al rato pasamos a buscarte”, las clásicas excusas: se nos enfermo el niño y lo tuvimos que llevar de urgencia a una clínica, es que a tu hermano le toco trabajar de noche y se la pasó dormido todo el día, tengo que llevar a los niños a la escuela y me tengo que quedar a la reunión de padres de familia, perdimos las llaves de la casa y no podemos salir por el momento, etc., etc.,
Todavía resonaba en su cabeza esas frase de “lo que se te ofrezca; te puedo prestar la cantidad que necesites; mira no te preocupes, ya veremos cómo le hacemos para que salgas; todo tiene solución, menos la muerte; para eso tienes a tu familia para ayudarte; cómo voy a olvidar que me ayudaste, ahora me toca hacerlo a mi; mi casa es tu casa cuando lo necesites; no te fijes ni me digas cuando me vas a pagar, lo importante es que ya no te anden cobrando;” y otras tantas que solo fueron palabras que se las llevo el viento, en sus momentos difíciles nadie estuvo con él, y como al perro más sarnoso le caen las garrapatas, así le sucedió, hasta sus hijos le dieron la espalda.
Pensaron que el viejito chocheaba, que eran puras imaginaciones producto de su mente delirante el que tuviera deudas, que necesitaba dinero; se decían “no sé para qué quiere dinero, si no tiene en que gastarlo”, pero sus deudas eran dinero que ya había gastado, que sirvieron para darle educación a los hijos, para vestirlos, darles de comer e incluso para que anduvieran quedando bien con sus respectivas parejas, pero, el viejito chocheaba.
¿Donde estaban sus amigos?, ¿donde habían quedado aquellos que más que amigos eran sus hermanos?, ¿la familia donde estaba?, sus conocidos que tanto lo admiraban no los veía, todos desaparecieron, se esfumaron. No contaba con nadie, ahora ahí estaba solo, esperando el jalón de la cuerda para escapar de esta vida.
Esta vida que nada representó para él, que nada bueno le dejó, nació, vivió y se desarrolló como un paria y como tal tenía que morir, por eso escogió ese lugar, para que nadie lo molestara, solamente un pedazo de papel a su lado era toda su compañía, donde en el mismo declaraba su decisión de cortarse la existencia: No se culpe a nadie de mi muerte, mi vida sale sobrando y como tal la hago a un lado, amigos recuérdenme como verdaderamente fui, no hagan un santo de mi persona, familia si pueden háganse a un lado no digan que me conocen mucho menos que soy su familiar, hijos les pido perdón por esta decisión pero quiero que sepan que no tuve otra alternativa, a las autoridades les dejo mi cuerpo para que lo depositen en la fosa común, a la vida le reprocho su forma de tratarme y a Dios si es que existe, le pido que me espere que no tardo en llegar.
A punto de lograr su propósito, siente la presencia de alguien, es un niño de 5 años que le dice: yo también quiero jugar al ahorcado, quítate el mecate y pónmelo, ahora me toca a mí.
1 comentario:
hola papa bn quiero q sepas q ese pensamientho esta muy bien escrito bn sigue asi
ya se de donde saque tanto talento
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