miércoles, 17 de noviembre de 2010

EL INFORTUNIO DE FREDDYSBUNDO (CONTINUACION 05)

Al salir de su turno y al ir caminando para tomar el autobús, se dio cuenta de la acción que le habían hecho a Freddy, e incluso ella fue quien llamó a la ambulancia para que lo recogieran, y como al otro día que se presentó a trabajar le comentaron que al pobre muchacho que golpearon los pandilleros, lo tenían encerrado, achacándole el robo de la tienda, pues no quiso que se cometiera una injusticia, por lo cual se presentó voluntariamente a declarar en la delegación.

Por lo tanto al no haber cargos que ameritaran el encarcelamiento de esta persona, se ordenó su pronta libertad con la consabidas disculpas y el dicho de “usted perdone, lo confundimos”

Con esta noticia, Freddy agradece al licenciado su ayuda, que por el momento no tiene con qué pagarle, pero que saliendo juntará el dinero suficiente para sufragar este adeudo, el joven licenciado sonriendo le expresa: Mira no te acongojes, a nosotros nos paga el gobierno y además esto nos sirve para foguearnos y así poder litigar cuando recibamos nuestro titulo y nuestra cedula profesional, me dio mucho gusto ayudarte en algo. De pronto se oye un grito que dice: “Ese freddysbundo, a la reja con todo y chivas”

Ah caray, ese soy, -expresa Freddy-. Nos vemos cuadernos de doble raya, este muñeco se va, y como dijo el de la telera, si tienen tele ahí se ven. Sobra decir que el tiempo en que estuvo encerrado, Freddysbundo, trabajó en los talleres del penal elaborando cuadros con imágenes resaltadas y pintadas con laca, por igual hacía barcos, trenes, pipas y camiones repartidores, de madera, su especialidad quizás que le brindó mayores emolumentos fue la fabricación de sillones tejidos; por igual aprendió el arte de la electrónica, es que hay que hacer notar, que era un joven que prestaba atención a lo que otros hicieran y al rato ya lo estaba haciendo él, tenía mucha retención en su cerebro, era una joyita en el aprendizaje, tenía mucha inteligencia y una fría forma de razonar.

Con el dinero acumulado de su paso por el penal, lo primero que pensó Freddysbundo, fue de ir a comprar ropa, con esa intención se encamino al centro de la ciudad, pero en el trayecto, vio en una casa, un tendedero con ropa, y sin pensarlo dos veces con el debido “con permisito” se agenció un par de mudas de ropa, incluso con todo y camiseta, los calcetines no podían faltar, así es que con su bulto en el hombro se encaminó a una casa de huéspedes, para tratar de rentar un cuarto y esperar a conseguir trabajo.

Ya descansado, con la mente fría por tantos sobresaltos, con la alegría de haber demostrado su inocencia, teniendo la firme intención de volver a empezar, con la firme intención de cambiar y pensando en su familia, pide al encargado de la hospedería le permita su teléfono para hacer una larga distancia a su pueblo, necesita saber que ha pasado con su madre.

Marca el número telefónico de la tienda que se encuentra a un costado de la vecindad donde estuvo viviendo; le contesta Don Abundio el tendero, al principio lo desconoció, pero cuando le comenta que es Freddysbundo el hijo de la señora Aldegunda la que vive en la vecindad del costado en el cuarto marcado con el número 6.

¿Sabes hijo? –le dice don Abundio, con mucho pesar te informo que tu Madre ya no se encuentra con nosotros.

¿Cómo? ¿Pues adonde se cambio? ¿Sabe usted su nueva dirección o donde pueda localizarla?, me urge hablar con ella. Contesta el buen Freddy.

Es…. que…. Mira…. Pues…. como te diré….. Mira…. Creo que debes ser fuerte…. Como explicártelo….

Don Abundio, déjese de tanto tartamudeo, ¿Qué paso con mi Madre? ¿Les sucedió algo a ella y a mis hermanos?, por favor, hábleme claro, no me deje con esta duda, Don Abundio, todavía se encuentra ahí, don Abundio, contésteme por favor, pregunta todo nervioso Freddy.

Cof, cof, cof, se escucha del otro lado de la línea.

Por fin don Abundio se decide hablar:

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