domingo, 16 de mayo de 2010

A MI VARITA DE NARDO


Cuantas veces desilusionado de la vida, pensando que quizás jamás me iba a enamorar de alguien, en virtud de que no existía la persona ideal que se acoplara a mi forma de sentir, ¿Cuántas mujeres pasaron por mi vida? No sé, quizás fueron muchas o tal vez pocas, pero ninguna que me hiciera sentir el verdadero amor que tanto esperaba.

Reconozco, que jamás tomaba en serio a las chicas, porque tenía miedo quizás a entregarme totalmente o a que se fueran a burlar de mis sentimientos. Siempre quise ser el primero en todo, pero en el amor siempre fui el último. Cuantos dolores de cabeza cause a mi pobre Madre al verme tan desorientado, tan dejado de un cariño verdadero, tan juguetón en los sentimientos, que ella sufría porque no veía seriedad en mí.

Tuviste que llegar Tú a mi vida, mi Varita de Nardo, créemelo, desde que te vi, me impactaste con esa figura tan menudita, con ese rostro delgado y afilado, pero sobre todo con esa maravillosa sonrisa, que hacía que olvidara todos mis problemas ante tu sola presencia; Al principio no sé cómo te caí, pero eso no fue un obstáculo para seguir viéndote, es que ya formabas parte de mi necesidad de verte.

Contaba las horas para salir de mi rutina del trabajo, para correr e irte a ver. Con solo presenciarte ahí, tan sencilla, tan honesta, pero tan humilde, pensaba que feliz hubiera sido de haberte conocido con anterioridad. Más el destino nos depara lo mejor de la vida para dárnoslo al último; No cabe duda, has sido la única mujer que ha logrado calmarme en mis ímpetus de mujeriego, sólo Tú, con tu amor has logrado centrar mi forma de sentir y sólo Tú has tenido la sabiduría de estabilizar mi comportamiento.

Día a día le pido a mi Dios, que estoy que estoy viviendo no sea sólo un sueño. Esto que en la actualidad me sucede, es lo más hermoso de mi vida; Siempre fui un vagabundo en busca de la mujer ideal que junto a mi lado formara un solo Ser, hoy que la he encontrado, me siento realizado, he cambiado tanto, física como intelectualmente, soy otro, gracias a ti; Nunca me cansaré de agradecer a Dios, que te haya puesto en mi camino, porque Tú eres el amor de mi vida, porque Tú, en compañía del hijo que me has dado, forman la razón de mi vivir, me siento completamente feliz, este sentimiento que alberga mi corazón cada día crece más y más.

Sólo te pido, que si algún día dejaras de amarme, háblame con confianza, que por el amor que te tengo sabré comprenderte, porque no existe nadie tan feliz como yo, Flaquita, eres el sol que alumbra mi existencia, te has convertido en la droga que necesito para vivir, lejos de ti, sentiré morir como el pez lejos del mar, a tu lado he sabido apreciar el verdadero significado del amor, porque contigo aprendí a amar con los ojos cerrados, no quiero despertar porque en mis sueños siempre estarás Tú, te quiero tanto, que tengo miedo de perderte, pero sé que esto no sucederá jamás, porque con el tiempo he comprendido que nacimos el u no para el otro, somos dos almas gemelas que se necesitan para seguir viviendo.

jueves, 13 de mayo de 2010

¿ALUCINACION O REALIDAD?


Después de un arduo día de trabajo, con el cuerpo limpio resultado de un refrescante baño, el estomago lleno al termino de digerir una suculenta cena, me dispongo a ver y escuchar las noticias televisivas sentado plácidamente en un sillón de tejido.

Al estar absorto viendo en la pantalla, las escenas previas al festejo del Día de las Madres, siento la presencia de alguien junto a mí (mi esposa y mi hijo ya se encontraban durmiendo), regreso a ver de quien se trataba y, ahí estaba el cuerpo frágil de mi madre, al verla casi musitando le pregunté:

Hola Mamá, que tal, ¿Cómo has estado?, oí su voz que me decía:

Bien hijo, disfrutando de un descanso que creo nunca en mi vida había disfrutado.

Sabes mamá, no te imaginas cuanta falta me haces, desde que Tú te fuiste, no hay momentos en que no te recuerde, me siento culpable de lo que te sucedió, porque quizás no supe cuidarte, no tenía tiempo para ti, siempre me la pasaba trabajando o en otras ocupaciones, a ti te dejaba sola, no puedo con este cargo de conciencia, porque ni siquiera supe cómo fue tu accidente, sólo hasta que te vi en esa fría loza, pude por momentos imaginar cuán grande debe haber sido tu sufrimiento, en ese momento le reproche a mi Padre Eterno por haberte llevado.

Ella, con esa voz tan dulce y pausada me comentó: No, no mi hijo, no te sientas culpable de nada, todo fue cosa del destino, ese destino que todos traemos marcado desde el momento en que nacimos. Cada vez que salia, hacía lo que siempre me recomendabas, tenía mucho cuidado al cruzar la calle, fue la imprudencia la causante de mi infortunio.

Cuando sucedió esto, todavía me levanté, de momento observe mucha gente a mi alrededor y hubo un joven de rostro bello, de mirada angelical y de suaves manos, quien me tomó del brazo y me dijo: “Ya es hora de partir”, yo no entendía sus palabras y rechace su apoyo, diciéndole: “No, yo tengo que ir a ver a mi hijo, va a estar muy preocupado al ver que es tarde y no llego”. Tomándome de los hombros, ese joven me señaló a una persona tirada en el piso, con las piernas destrozadas, el cráneo lleno de sangre y su rostro con raspones, diciéndome: “mira ese cuerpo es tuyo, tú ya no perteneces al mundo de los humanos, te has convertido en un alma y tu misión es acudir al llamado de nuestro Señor a rendirle cuentas”.

Sabes hijo, sentí mucho miedo de dejarte solo, de saber que saldrías a buscarme y no me encontrarías, no quería que me vieras en ese estado, pedí permiso de esperar tu llegada y se me concedió, pero tú no llegabas, entonces me subieron en una ambulancia, me llevaron a un cuarto frio y me depositaron en una plancha de cemento, estando ahí, alcancé a oír lamentos y lloriqueos de otras personas, pero no eras tú.

Cuando llegaste, oí tu voz, la de tu hermano y la de tu novia, preguntando por mí, en el momento que entraste a ese cuarto frio, no dudaste, te me abalanzaste, sentí tus brazos rodeando mi cuerpo, sentí tu aliento en mi cara y tus lágrimas mojaron mi rostro, sin embargo no pude hacer lo mismo, estaba paralizada, en mis ojos cerrados imaginaba tu cara, esa cara que fue siempre mi orgullo, me sentí impotente al no poder calmar tu dolor, al no poder decirte, que no me había ido, que estaba aquí contigo, pero, no podía articular ninguna palabra, sólo sentir la tibieza de tu cuerpo.

Noté que te sacaron a la fuerza, tus palabras “Déjenme con mi Mamá”, me destrozaba aún más el corazón, no quería que sufrieras, eras mi adoración, eras mi bebe consentido, pero no podía hacer nada, porque mi permiso consistía en estar ahí, pero sin hacer nada, absolutamente nada.

La interrumpí diciéndole: Jamás supe interpretar tus palabras, ¿recuerdas la última platica que tuvimos?, claramente me expresaste después de un arranque de desesperación, jalándote los cabellos expresaste: “Dios Mío, si me vas a llevar, hazlo horita”, no lo comprendí y mucho menos cuando dirigiéndote a mi de tus labios salió: “Hijo un día me voy a ir donde jamás me encontraras”, créemelo mami, arrepentido estoy de no haberte dado el tiempo que de mi necesitabas, hoy que te has marchado, que me encuentro sólo, con una esposa sin suegra y con un hijo sin su abuela, hoy te digo: Mamita, me haces mucha falta.

Con lágrimas en los ojos mi jefecita me abrazó y tomándome de las manos me comentó:

Sabes, me encuentro en un lugar que todo es felicidad, donde reina el amor, la confianza, la ternura y la verdad, un lugar donde no envidiamos a nadie, donde nos conocemos todos y en donde, en nuestros ojos se refleja la tranquilidad de estar, déjame estar aquí hijo, vive tu vida, no sufras por mí, alégrate de saber que estoy bien, pero también entérate que desde aquí yo te cuido.

A los pocos días que sucedió ese accidente, estuve contigo, no fue revelación, no fue un sueño producido por el cansancio, fui yo que estuve a tu lado, igual que cuando estuve con tu mujer y que me dijo:”Doña Juana no me asuste, si me quiere hablar, hágalo”, pero sólo quería demostrarle que estaba agradecida con ella, porque a su lado ya vivías una vida estable y tranquila, por cierto, también le di su nalgada a mi nieto, era para decirle “Aquí está tu abuela”.

Por eso, hijo, déjame descansar, te pido ya no llores por mi, mejor recuérdame con mucho cariño, reza por mi alma, pide por mi descanso eterno, ya que así sabré que no pasé en vano por tu vida, que cumplí con esa gran tarea que es la de ser Madre, sigue siendo feliz como cuando estaba físicamente contigo, no pierdas la firmeza de tu carácter, sé digno hijo mío, que desde donde estoy me siento orgullosa de ti, como lo manifesté siempre en vida. No pierdas la fe en mi Padre Eterno, ni tampoco le eches la culpa por mi partida, el sabe lo que hace y porque lo hace, y lo más importante, nunca me olvides.

“Nunca me olvides, porque siempre estaré en tu vida y corazón; tú eres mi vida sin ti pierdo la razón”.

Fue lo único que alcance a oír de la poesía que una niña declamaba a su madre en un programa de televisión, porque ahí estaba yo frente a ese televisor, levantándome sólo acerté a preguntarme: ¿Sufrí una alucinación o en verdad mi madre me habló?

lunes, 3 de mayo de 2010

ENTRE LA LLUVIA Y MI PENAR.



Todo sucedió en una fría tarde del mes de febrero, una leve llovizna caía, pero yo permanecía esperándote.

Jamás olvidaré ese día, era 14 día del amor y la amistad. En cada rincón y por todos lados observaba pareja de enamorados, llevaba en mis manos tu regalo y un ramo de claveles, esos que te gustaban, los que adornaban la sala de espera de tu casa, los que olían a pureza del amor que nos profesamos; pero quizás lo presentía pero no lo aceptaba, tenía tiempo que te veía con una indiferencia que hacía sentir temor por lo nuestro.

Mis amigos me comentaban que te habían visto del brazo de otro, pero no les creía, porque sabía que tu no eras capaz de jugarme una traición, mi amor era tan grande que un rumor no lo podía terminar, creía ciegamente en tu amor, todo mi mundo giraba en torno al tuyo, miraba por tus ojos y lo que tu me decías esa era la verdad, jamás puse en entredicho tus acciones, te justificaba en todo momento, incluso, en el seno familiar se producían disgustos mi defensa hacía ti.

Mi pobre madre, me lo advirtió: “Esa mujer no es digna de tu amor, solo quiere burlarse de ti”, pero el amor es ciego, o quizás somos nosotros quienes le ponemos una venda, te seguía siendo fiel, quizás ese fue mi error, esa fue mi falta, fui un necio al no querer mirar la realidad en tus acciones.

Cuando te invitaba a salir, siempre estabas cansada o ibas a salir con tu mamá, cuando te encontraba saliendo del trabajo y te invitaba al cine, pretextabas que te dolía la cabeza, sin embargo todo lo comprendía y te justificaba.

Y ahí estaba en ese sitio en que me citaste para vernos, esperando que llegaras para llenarte de besos, abrazarte y acariciarte, sentirte mía, sólo mía, demostrarte cuán grande era mi amor por ti, que no me importaban los rumores, porque sólo eran eso, sólo rumores.

La llovizna no cesaba, pero no importaba, me mantenía firme. Y llegaste, te veías tan linda con ese vestido rojo entallado, con esos labios de rojo carmesí, con ese andar tan frívolo como te conocí, pero con una seriedad que no te había visto, extrañe tu sonrisa, tus dientes nacarados y esos hoyuelos que se te dibujaban en tus mejillas.

Te abracé, al momento extendí mi brazos para ofrecerte mis regalos, secamente me dijiste que teníamos que hablar, era necesario aclarar algunas cosas.

Me expresaste que lo nuestro no podía seguir, que te habías equivocado, que no era la persona ideal, que por el momento preferías estar sin una pareja; sin entenderte, sólo te miraba, lo hacía sorprendido porque no me explicaba tu actitud, no aceptaba tu decisión, me rebelaba a acatarla, más sin embargo no te decía nada, solo te miraba, no podía articular palabra alguna, quedé anonadado, como estatua estaba clavado en el suelo, y la tenue lluvia cayendo, con el rostro mojado, solo acertaba a mirarte, no daba crédito a lo que oía.

Me diste el regalo, un libro que se trataba sobre el General Rovere y escrito en la primera pagina una dedicación que decía: “PARA TI MI AMOR, CON TODO MI CARIÑO, FELIZ 14 DE FEBRERO”. Que dedicación tan irónica, que burla escrita en un papel, que sadismo en esa frase, pero que sufrimiento el que sentía al estar mirándola, de mis ojos surgieron unas gotas de agua salada que mojaron mi rostro, quizás no te diste cuenta porque, mis lagrimas se confundieron con la lluvia.

Más reponiéndome de la impresión solo acerté a decir, “como tú lo desees”, no tuve el valor de defender tu amor, me dejé llevar por tus argumentos, los míos no contaron, y así como fríamente me diste tu regalo, tuviste el cinismo de darme un beso en la boca y dándote media vuelta me deseaste mucha suerte. Yo me quedé ahí aturdido, con mi rostro mojado por la lluvia y por mis lágrimas, la lluvia no me molestaba, no me importaba que me vieran llorando, sabía que todos dirían que era mi rostro mojado por la lluvia, pero sólo yo sabía que el cielo lloró por mi tristeza tan grande, y ahí quedé ENTRE LA LLUVIA Y MI PENAR.