domingo, 20 de febrero de 2011

EL INFORTUNIO DE FREDDYSBUNDO (CONTINUACION 25)

¿Qué te pasa muchacho? ¿Por qué estas llorando? ¿Qué le pasó a mi niña?

Nada malo Doña Evodia –contesta Freddy- es que estando en la sala, claramente he visto a mi Madre con mi hermano platicando, pero como usted sabe, ellos murieron cuando se incendio el cuarto donde vivíamos, ellos vinieron por mi esposa.

No muchacho, no digas eso –le contesta doña Evodia- a lo mejor vinieron a cuidarla, ellos saben el gran amor que le tienes a mi hija, y no creo que dejen que te la arrebaten, ten confianza, mi hijo, por favor sé optimista.

Abrazándolo, se lo lleva a la cafetería de la clínica, ahí lo tranquiliza, le pide que se vaya a descansar, ella se quedara un rato a esperar que pasa con la salud de la niña, él acepta, pero le pide que lo acompañe para preguntarle al Doctor como sigue Dulce, así lo hacen, se dirigen al consultorio del galeno, estando frente a frente, les comunica que la situación sigue igual, no le pueden bajar la presión, pero que deben de estar preparados para cualquier situación que pueda suceder.

Freddy, le suplica que por favor salve a sus dos amores, que se los encarga, que él sabe que están en buenas manos y que Dios lo guiara para que la operación tenga buen final.

El joven se retira a su hogar, al llegar al mismo, siente el espacio demasiado grande, cuanta falta hace Dulce, su entusiasmo y alegría alegran todos los rincones de su hogar, se siente demasiado impotente al no poder hacer nada para salvarla, dirige sus pasos hacía el pequeño altar, donde se encuentra el santo de su devoción Papa Chuy de Novotitlán, pero también a su Madre Celestial, la morenita del Tepeyac, la Virgen de Guadalupe, arrodillándose frente a ellos, susurra una pequeña plegaria en busca de que llegue a ellos.

Dios Mío, yo siempre he creído en ti, siempre me he acogido a tu santo manto, yo entiendo que a veces nos pones pruebas para ver que tan firme es nuestra fe en ti, ya me quitaste a mi Madre, a mis hermanos y a mi padre, me encuentro huérfano de familiares, no me arrebates a mi esposa, es la persona más tierna que en mi vida he conocido, con ella aprendí a vivir la vida, a ella la tome como el ángel que me habías enviado para sobrellevar mi pena por la pérdida de mis seres queridos, Señor atiende mi suplica, no te la lleves, no la arranques de mi lado, sin ella no podré vivir, seré un paria que deambulara por la vida en espera de la muerte, Padre Chuy conduélete de mi dolor y en compañía de mi Madre Morenita, la Reyna del Tepeyac, orienten las manos de los cirujanos para que mi esposa tenga un final feliz en compañía del bebé que va a nacer, Madre Lupita, te ofrezco llevarte a presentar a mi criatura a tu templo en el momento que cumpla sus treinta días, pero sálvamelos, yo sé que tu oyes los ruegos de tus hijos, yo sé que tu, mi Morenita, entiendes el sufrir de un mortal, que no te pide más que la extensión de vida de su esposa y su criatura, si quieres toma mi vida a cambio.

Una suave brisa penetró al lugar en que se encontraba rezando Freddy, el aire frio, llenó de esperanzas al joven, con un gran sentimiento volvió la vista hacia atrás, se imagino a Dulce, ahí parada en el resquicio de la habitación, con su bata de maternidad que le había comprado en el Castillo de Fierro, restregándose los ojos regresó su vista al mismo lugar, todo era una ilusión, un sueño germinado en su cabeza, no dejaba de pensar en las palabras que le había dicho el Doctor, decidir el destino de una de las dos vidas que estaban luchando por sobrevivir, pero él quería que se salvaran los dos, los necesitaba, una era la mujer que más amaba, otro representaba su primer bebe, su continuidad en esta vida, aún no se reponía de la sorpresa de haber visto a su madre y a su hermano en el hospital, ellos ya estaban descansando en paz, pero cuál era el mensaje que llevaban, no entendía esa aparición, y ahí en ese altar frente a la imagen de su morenita y de Papa Chuy, derramando gotas cristalinas sobre su rostro, imploro fervientemente: (CONTINUARA.......................)

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