Me permite acompañarle, -Le inquiere quedamente Freddy- quiero expresarle mi agradecimiento por su presencia en la cárcel, usted me dio la libertad, estoy libre gracias a usted, quiero en alguna forma mostrarle mi gratitud.
No diga eso, si esta libre, se debió a que nadie reconoció en usted a alguno de los tipos que asaltaron la tienda, es inocente y por eso esta libre y con todo gusto acepto su ofrecimiento de acompañarme.
Veamos quien es esta jovencita, ya que será parte importante en la vida de Freddy.
Dulce, una jovencita de aproximadamente 19 años, soltera, de buen carácter, con estudios preparatorianos, quien quedó huérfana a la edad de 11 años (sus padres, fallecieron durante un enfrentamiento de dos bandas delictivas, cuando venían saliendo de cenar de un restaurant, los noticieros difundieron la noticia con la imagen del Presidente de la República, en la cual lamentaba lo sucedido pero que eran daños colaterales a los que se tenían que enfrentar para exterminar este cáncer de la sociedad), motivo por el cual se tuvo que venir a vivir con sus tíos: Evodia y Eleuterio, radicados en Novotitlán de los Buenos Aires, en el estado de Cariolotitlan, el tío era un hombre apasionado al trabajo, se desarrollaba como empleado de una planta armadora de Autos Brasileños, en el poblado que curiosamente llevaba el nombre de Brasilia, el cual se encontraba situado a unos 50 kms., del lugar, la Señora dedicada al hogar y por las noches vendía de cenar en el exterior de su vivienda.
Dulce fue aceptada con todo el amor de esta familia, en virtud de que ellos no habían podido procrear hijos, según porque el señor era estéril, pero también se comentaba que la señora tenía problemas sicológicos, además de tener malformaciones congénitas o tumoraciones, motivo por el cual, fue adoptada y reconocida como legitima hija.
Pero también Doña Evodia la quería por ser una persona activa, que le ayudaba en los menesteres del hogar, le proporcionaba dinero para la compra de la despensa e incluso en ocasiones ella se encargaba de hacer las compras. Eleuterio se pavoneaba ante sus compañeros de lo hermosa que estaba su hija, pero no aguantaba las bromas cuando le decían que ya olía a suegro, no, eso no, su niña aún estaba muy verde para andar en amoríos, ella sólo pensaba en su familia y en su trabajo, según él.
A doña Evodia se le hizo raro, que esa noche su niña llegara acompañada de un joven que ella no conocía, pero que, al decir de la propia señora no era tan mal parecido, así que al verlos llegar ahí al negocio, consistente en la venta de cena, atole, tamales y varios antojitos, después de recibir el saludo de Dulce, esta le dijo:
Mire tía, este es el joven del cual le comenté y que por error involucraron en el robo de la tienda de ultramarinos, que debido a esta confusión fue a parar a la delegación de Policía, donde lo tuvieron encerrado hasta que hicieron las aclaraciones, dentro de las cuales se encuentra la mía, ya que me requirieron a hacerlo.
Mucho gusto Señora –expresó él- mi nombre es Freddysbundo Carreto Torrentera, vecino del poblado de San Ignacio del Cerro Prieto en el vecino estado de Jalistlán.
Mucho gusto Freddy –le contesta doña Evodia- pásenle, hija ofrécele un refresco, o si tienen hambre, siéntense, orita les preparo unas ricas picaditas.
No se moleste señora, será en otra ocasión, por el momento sólo vine a acompañar a su sobrina Dulce –contestó Freddy-
Será el sereno m’ijo, pero a mí no me desprecias mis picaditas, ándale siéntate y veras que ricas están, ya habrá tiempo para que regreses a tu casa –le dijo doña Evodia-
Así que no le quedo de otra al pobre Freddy, que jalar una de las sillas y sentarse a un costado de una mesa en la cual se encontraban los diversos elementos que conformaban lo que tradicionalmente se les conoce como los “menjurges” para poder darles sabor a los diversos platillos callejeros.
Después de una suculenta cena consistente en unas deliciosas pellizcaditas de frijolitos con queso Oaxaca y rociadas con crema y salsa verde, acompañadas de una refrescante agua de horchata, Freddy se despide de Dulce y de su tía, en el momento que hacía acto de presencia Eleuterio el tío ausente, quien se había ido a presenciar la función de Lucha Libre, en la cual había entrado en escena su ídolo Místico y su más odiado rival el Negro Casas.
Eleuterio lo invita a dialogar con él (era claro que necesitaba saber que intenciones tenía el “Fulano” para con su hijita), no habiendo otra salida, Freddy acepta, claro con la anuencia de Dulce, la cual con señas hacía Freddy, lo invita a que acepte la invitación de su tío, e incluso Eleuterio le invita una “Coronita”, pero amablemente el muchacho declina tal ofrecimiento, por lo cual se conforma con otro vasito de agua de horchata.
Ya enfrascados en la plática, se le inquiere al joven, de que trabaja, cual es su modo vivendis, a que se dedica y cuáles son sus conocimientos, Freddy, le hace una remembranza de su vida y la forma como llegó a esta ciudad, los vericuetos que tuvo que sortear y la condición que por el momento prevalece en su persona, pero que con los conocimientos que adquirió en el tiempo que estuvo detenido, pues piensa buscar trabajo para poderse sostener.
Eleuterio, quizás enternecido por la mala suerte de Freddy le hace la invitación para que trabaje en la armadora, el conoce a los que están a cargo de la empresa y probablemente no le será difícil colocar al muchacho, pero eso sí, debe olvidarse de su pasado en la cárcel, le dijo que lo iba a presentar como de su familia, y le pidió echarle ganas para que lo contraten, ya que primero estaría a prueba y si lo ven que es diligente y capaz de desarrollar la tarea que le encomienden., pues chance y lo admitan en la plantilla.
Freddy desconcertado por tanta confianza y por el ofrecimiento pregunta:
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