Cuando la señora sale, Jesús sabrá Dios como le hace, pero finge o quizás de verdad se corta la planta de su pie, se dirige a su pequeño hermano Enrique diciéndole: Mira hermano, tengo que salir a que me curen la herida, dile a mamá que fui a la cruz roja que en tan pronto me curen me regreso, Enrique presintiendo quizás algo que haría mucho sufrir a su mamá, decide acompañarlo, pero Jesús no lo acepta y ya no es una petición sino una orden de que se quede hasta que el regrese. Podríamos anotar quizás el año de 1967 a 1968 en que a Jesús se le vio por ultima vez en Acapulco, no fue sino hasta el año de 1990 o 1991 en que madre e hijo se volvieron a ver, pero eso es parte de la historia que habremos de contar más adelante.
El padre de Jesús cumplió su promesa de acudir al otro día a buscar a su hijo, pero esta vez, quien le da la cara es Mayòn, ya que Juana se encuentra totalmente destrozada por no saber nada de su hijo, pensaba miles de cosas, le había pedido a Enrique que le leyera el periódico La Verdad y El trópico, si le pasó algo a Jesús ahí tendría que salir la mala noticia, pero se buscó en la nota roja y no se encontró nada, casi en la madrugada sin haber pegado los ojos, la señora ya había acudido a las instalaciones de la cruz roja, ahí le notificaron que no habían recibido a ninguna persona que estuviera cortada del pie, ella les dio la fisonomía de su hijo, pero, no, no acudió a esa benemérita institución, por lo cual, cuando arribó esta persona a buscarla a su casa, estaba en un trance depresivo, que en su rostro se reflejaba el dolor por no haber encontrado a su hijo.
Decíamos que fue Mayon quien recibió al militar, ella le explico, que efectivamente Jesús había llegado el día anterior a la casa, incluso que escucho cuando amenazaron a su madre, como quiso evitarle un problema a quien le dio la vida, él jamás seria el culpable que por su causa se la quitaran, así que decidió retirarse de la casa y no se sabia nada de el, explicándole que la noche anterior y casi toda la madrugada, lo estuvieron buscando en los diversos centros de asistencia medica que había en el puerto y en ningún lugar fue localizado.
Quizás al ver el rostro de doña Juana, el tipo comprendió que le estaban diciendo la verdad, por lo cual opto por retirarse y dejar en santa paz a la señora. Fueron varios días y sus noches que doña Juana se la pasaba afuera del bajareque, fumándose su cigarro delicados, en espera de que Jesús regresara, pero todo fue en vano, su hijo nunca regresó, pero ella tenía la corazonada de que no le había pasado nada a su hijo, pero la incertidumbre de adonde se habría ido, su depresión, producto de la perdida momentánea de su hijo, hizo que cayera enferma, su hijo Enrique no podía reanimarla a pesar de las miles payasadas que le hacía, pero la vida tiene que seguir su curso, enfermo, vivo o muerto, el mundo sigue su evolución, por lo tanto, doña Juana a pesar de su dolor, tenía que ser fuerte, existían otros 2 hijos que la necesitaban, aunque su hija no se encontrara con ella, con el transcurrir del tiempo, esta acción de no responderle al padre de su hija para quitársela, fue el motivo principal de que se pensara que ella no la quería, su destino quedó marcado como una madre insensible a lo que le pasara a la niña.
La buena forma y el toque de saber hacer las tortillas, hicieron a estas mujeres que fueran reconocidas por su producto, diariamente se veía en ese callejón como acudían personas a adquirir sus tortillas hechas a mano y calientitas, personas de posición económica holgada por no decir de ricos, mandaban a sus hijos a comprar las tortillas, como tenían que esperar a que les despacharan a los que primero habían llegado, esto era aprovechado por los chavitos que se ponían a platicar con los hijos de las vendedoras, es así como empiezan a socializar con personas refinadas y de buen vivir, cosa que las madres no miraban con buenos ojos, ya que esto podría ocasionar que sus hijos fueran humillados por la forma en como se vestían.
Podríamos decir que estas tres mujeres con sus respectivos hijos, lograron encontrar la química para poder convivir en familia, debemos de anotar, que a pesar de su temprana edad, Jaime, Enrique y Víctor, ya se lanzaban al nuevo Mercado a buscar ganar algo de dinero, se iban desde temprano a canastear, ellos se costeaban sus alimentos, juntando lo que ganaban en ocasiones podían comer un bolillo con relleno, o bolillo con queso y chile en vinagre y si no había para más solamente el bolillo, porque habrá que decir que aunque todavía eran unos niños, eran muy responsables, porque procuraban siempre llevar dinero a la casa y lo conseguían, haciendo con esto que sus respectivas madres se sintieran orgullosas por la actitud de sus hijos.
Pero, esta labor que realizaban, le hizo creerse con derechos para ya no permitir que sus madres estuvieran atizando el fogón para calentar el enorme comal donde cocían las tortillas que hacían, y un día bajo la sugerencia diabólica de Enrique, porque podríamos decir que el único chico con los sentidos bien puestos y con actitud responsable en sus actos era Jaime, el más atrabancado lo era Enrique y el que se sumaba a las intenciones era Víctor, aunque este ultimo siempre que había consecuencias se hacía a un lado y negaba todo mal acto que lo implicara. Pues decíamos que a Enrique se le ocurrió una locura, la cual fue secundada por Víctor y desaprobada por Jaime, ¿en que consistió esta travesura?, pues en que con un pico y una pala, rompieron el gran comal y tumbaron la estructura que sostenía tal utensilio, derrumbaron y limpiaron el lugar, dejando totalmente destruido el centro de manufactura de las tortillas, claro esto lo hicieron en un día que dizque descansaron las hermanas, consecuencias de esta diablura, fue una azotaina con unos cables de la luz, quizás quien llevo la peor parte fue Enrique, pues se descubrió que fue el de la idea y quien empezó a tirar toda la estructura ante la mirada atónita de Jaime y de Víctor, que ya empezada la labor tuvieron que sumarse, tomándolo como un juego.
Se quedaron estas pobres mujeres sin su fuente de trabajo, pero como ningún vendaval las abatía, retornaron a trabajar en las fondas del mercado el parazal, posteriormente lo harían en el recién inaugurado Mercado Central en el año de 1969, a Mayon le trapasan un local, el cual trabajan ella y Bibiana (por cierto la Bibis se caracterizo por ser una buena tesorera, el dinero que salía por las diarias ventas, reposaba bajo la cama donde dormía ella), Juana se dedica a la cocina, a ella le corresponde elaborar los alimentos, Rosita se dedica a la venta de tortillas, posteriormente Bibiana y doña Juana atienden el negocio, dedicándose Rosita y Mayon a la venta de tortillas. Así que los niños ya no comen nadamàs tortillas con agua y sal, ya hay un menú con diversos platillos.
sábado, 26 de octubre de 2013
viernes, 25 de octubre de 2013
LA LAVANDERA (capitulo 4)
Estando instalados, acuden a la escuela del lugar, para que Jaime continúe sus estudios y Enrique y Bibiana sean apuntados como primer ingreso, la suerte esta de su lado ya que consiguen lugares en una escuela que se encontraba instalada en el sindicato de trabajadores de la Industria de Hielo y agua “Elpidio Rosales”, el nombre de la escuela era “Francisco I Madero”, en donde tenían salones hasta para tercer año, pero el dinamismo de sus mujeres, madres de familia, logran junto con el director y las autoridades de la localidad, se les edifique un edificio que pueda albergar alumnos hasta el sexto año, y es en el año de 1958 0 1959 cuando el Lic. Adolfo López Mateos, acude al barrio de Karabali, esto cerca de la zona de tolerancia, a inaugurar la nueva escuela primaria federal matutina Francisco I Madero, en esa ocasión toco al personal (Madres y alumnos) llevar el mobiliario al nuevo plantel (tiempo después la dotaron de nuevo mobiliario).
Habremos de anotar, que es en este barrio de la fábrica, donde se le unen a estas dos buenas mujeres, una persona que se ignora su procedencia, pero por su color, su forma de expresarse y sobre todo por su forma de ser, puede identificársele como de la zona de la tierra caliente, ella se llamaba Rosa Soto, quien viene acompañada de sus dos hijos, Víctor (el minino) y Carlos (el vago), con esta persona se conforma el trío de mujeres quienes forman un escudo para su defensa, por lo cual ya el grupo de hijos se conforman de la siguiente manera: Jaime (el mayor) le siguen Víctor, Enrique Asunción y Bibiana casi de la misma edad, por igual hemos de anotar, aunque sería adelantarnos un poco a los acontecimientos, pero como solo trataremos de la vida de Doña Juana, ampliaremos las descendencias de la Señora Amalia.
Es en este barrio que nacen los otros hijos de Mayòn (así le decían de cariño a doña Amalia), Victoria y Nicolás, no podríamos anotar quienes son sus padres, porque nos extenderíamos en los comentarios y además nos meteríamos en la vida intima de otras familias, solo podríamos decir, que por circunstancias de la ocupación de Mayon y porque no decirlo por su carácter alegre de querer gozar su vida madura, yéndose a bailar a esos centros de convivencia familiar, que en ese entonces se encontraban en la colonia Progreso, a unos cuantos metros de lo que hoy es la Iglesia de San Cristóbal. Pero estábamos que por estas circunstancias, la señora Juana se hace cargo de la atención y crianza de los hijos de Mayon, es así como dentro de una gran confraternidad, se unen los lazos familiares entre, Jaime, Enrique, Bibiana, Vicky y Nicolás, también es necesario anotar que casi todos ellos le llaman Mamá, a excepción de Bibiana quien solamente le llama como Tía Juana, incluso Jaime aun en la actualidad la recuerda como su mamá Juana.
A los hijos de Rosita, los demás niños los conocen y los tratan como primos, hoy en día, quienes reconocen y se acuerdan de estas personas, distinguen en Juana, Mayon y Rosita, como unas hermanas, y a sus hijos como hermanos, aunque cuando llega la presentación se nota la diferencia en los apellidos, pero eso no es causa determinante para sentirse como unos verdaderos hermanos de sangre, aunque solamente lo sean de crianza. Quien esto escribe, le resulta un poco lleno de dudas el lugar donde vivía Rosita, pero tal parece por los acontecimientos por la fraternidad de todos ellos, vivían cerca, tal parece que se encontraban rentando un cuarto en una vecindad instalada en la parte de arriba, pero como dijera Mama Toñita, esa ya es otra historia.
La vida implacable sigue su curso, es quizás en esta época cuando Enrique cuenta con aproximadamente 6 o 7 años, llega su hermano mayor Jesús a la casa, diciéndole que se había escapado de la casa de su papá, en virtud de que ya no soportaba la forma como lo trataba, deseando a quedarse a vivir con su mamá, claro que esto le dio mucho gusto a doña Juana, pero también tuvo miedo a la reacción del militar, por lo cual le recomendó a Jesús que no saliera hasta que arreglara ese asunto, pero Jesús le pidió de favor a su mamá que no dijera que ahí estaba, porque si se daba cuenta su papá lo iba a obligar a regresarse a su casa y él ya no quería seguir viviendo en el mismo techo de quien no representaba un padre sino un verdadero verdugo, quería que su forma de comportarse fuera como la de los militares.
No tuvieron que esperar demasiado tiempo, ese mismo día que llego Chucho, en la tarde-noche, se presentó su papa, Doña Juana salió a enfrentarlo, preguntándole que hacía en su casa, ya que ella le había dicho muy claramente que jamás lo quería ver en toda su vida, más el señor en lugar de contestarle, sacó una pistola y poniéndosela en la frente de la señora la amenazó diciéndole: Yo sé que esta contigo Jesús y vengo a llevármelo, pero faltaba más que una arma, para poder intimidar a Doña Juana, así que aclarándose la voz le expreso: Aquí no ha llegado Jesús, pero si estuviera conmigo, jamás te lo llevarías, ya me enteré la forma que lo tratas, como si fuera tu entenado y no tu hijo, así es que te pido te largues por donde viniste y búscalo por donde creas conveniente, menos aquí en mi casa.
Con toda la prepotencia característica de los militares, subiéndose a una barda y quedándole a los pies de la señora, se hinca y cortando cartucho le dice: Vengo mañana y si cuando yo este aquí, no me entregas a Jesús, aquí vas a quedar muerta y con las patas para arriba, así que piénsalo, a mi ninguna mujer me ve la cara de pendejo y esto que estas haciendo va a costarte la vida, ¿me entendiste?, acto seguido y sin guardar el arma se baja de la bardita y se dirige hacía la calle, doña Juana sudando de frio se queda mirando a su hijo Enrique, el cual se encuentra amedrentado, sin color en el rostro y los ojos desorbitados a punto de salírseles, su madre lo abraza y junto con el se introducen en el bajareque que tienen por hogar, ahí dentro debajo de una cama se encuentra Jesús, quien al ver a su madre en ese estado, le dice que lo mejor es alcanzar a su padre, para que no le haga ningún daño, pero la señora le dice que por el momento se queda en la casa, pidiéndole tanto a Enrique como a Jesús que la esperen, ya que tiene que ir al mercado para ir a traer a Mayon quien había salido a vender las tortillas al mercado.
Habremos de anotar, que es en este barrio de la fábrica, donde se le unen a estas dos buenas mujeres, una persona que se ignora su procedencia, pero por su color, su forma de expresarse y sobre todo por su forma de ser, puede identificársele como de la zona de la tierra caliente, ella se llamaba Rosa Soto, quien viene acompañada de sus dos hijos, Víctor (el minino) y Carlos (el vago), con esta persona se conforma el trío de mujeres quienes forman un escudo para su defensa, por lo cual ya el grupo de hijos se conforman de la siguiente manera: Jaime (el mayor) le siguen Víctor, Enrique Asunción y Bibiana casi de la misma edad, por igual hemos de anotar, aunque sería adelantarnos un poco a los acontecimientos, pero como solo trataremos de la vida de Doña Juana, ampliaremos las descendencias de la Señora Amalia.
Es en este barrio que nacen los otros hijos de Mayòn (así le decían de cariño a doña Amalia), Victoria y Nicolás, no podríamos anotar quienes son sus padres, porque nos extenderíamos en los comentarios y además nos meteríamos en la vida intima de otras familias, solo podríamos decir, que por circunstancias de la ocupación de Mayon y porque no decirlo por su carácter alegre de querer gozar su vida madura, yéndose a bailar a esos centros de convivencia familiar, que en ese entonces se encontraban en la colonia Progreso, a unos cuantos metros de lo que hoy es la Iglesia de San Cristóbal. Pero estábamos que por estas circunstancias, la señora Juana se hace cargo de la atención y crianza de los hijos de Mayon, es así como dentro de una gran confraternidad, se unen los lazos familiares entre, Jaime, Enrique, Bibiana, Vicky y Nicolás, también es necesario anotar que casi todos ellos le llaman Mamá, a excepción de Bibiana quien solamente le llama como Tía Juana, incluso Jaime aun en la actualidad la recuerda como su mamá Juana.
A los hijos de Rosita, los demás niños los conocen y los tratan como primos, hoy en día, quienes reconocen y se acuerdan de estas personas, distinguen en Juana, Mayon y Rosita, como unas hermanas, y a sus hijos como hermanos, aunque cuando llega la presentación se nota la diferencia en los apellidos, pero eso no es causa determinante para sentirse como unos verdaderos hermanos de sangre, aunque solamente lo sean de crianza. Quien esto escribe, le resulta un poco lleno de dudas el lugar donde vivía Rosita, pero tal parece por los acontecimientos por la fraternidad de todos ellos, vivían cerca, tal parece que se encontraban rentando un cuarto en una vecindad instalada en la parte de arriba, pero como dijera Mama Toñita, esa ya es otra historia.
La vida implacable sigue su curso, es quizás en esta época cuando Enrique cuenta con aproximadamente 6 o 7 años, llega su hermano mayor Jesús a la casa, diciéndole que se había escapado de la casa de su papá, en virtud de que ya no soportaba la forma como lo trataba, deseando a quedarse a vivir con su mamá, claro que esto le dio mucho gusto a doña Juana, pero también tuvo miedo a la reacción del militar, por lo cual le recomendó a Jesús que no saliera hasta que arreglara ese asunto, pero Jesús le pidió de favor a su mamá que no dijera que ahí estaba, porque si se daba cuenta su papá lo iba a obligar a regresarse a su casa y él ya no quería seguir viviendo en el mismo techo de quien no representaba un padre sino un verdadero verdugo, quería que su forma de comportarse fuera como la de los militares.
No tuvieron que esperar demasiado tiempo, ese mismo día que llego Chucho, en la tarde-noche, se presentó su papa, Doña Juana salió a enfrentarlo, preguntándole que hacía en su casa, ya que ella le había dicho muy claramente que jamás lo quería ver en toda su vida, más el señor en lugar de contestarle, sacó una pistola y poniéndosela en la frente de la señora la amenazó diciéndole: Yo sé que esta contigo Jesús y vengo a llevármelo, pero faltaba más que una arma, para poder intimidar a Doña Juana, así que aclarándose la voz le expreso: Aquí no ha llegado Jesús, pero si estuviera conmigo, jamás te lo llevarías, ya me enteré la forma que lo tratas, como si fuera tu entenado y no tu hijo, así es que te pido te largues por donde viniste y búscalo por donde creas conveniente, menos aquí en mi casa.
Con toda la prepotencia característica de los militares, subiéndose a una barda y quedándole a los pies de la señora, se hinca y cortando cartucho le dice: Vengo mañana y si cuando yo este aquí, no me entregas a Jesús, aquí vas a quedar muerta y con las patas para arriba, así que piénsalo, a mi ninguna mujer me ve la cara de pendejo y esto que estas haciendo va a costarte la vida, ¿me entendiste?, acto seguido y sin guardar el arma se baja de la bardita y se dirige hacía la calle, doña Juana sudando de frio se queda mirando a su hijo Enrique, el cual se encuentra amedrentado, sin color en el rostro y los ojos desorbitados a punto de salírseles, su madre lo abraza y junto con el se introducen en el bajareque que tienen por hogar, ahí dentro debajo de una cama se encuentra Jesús, quien al ver a su madre en ese estado, le dice que lo mejor es alcanzar a su padre, para que no le haga ningún daño, pero la señora le dice que por el momento se queda en la casa, pidiéndole tanto a Enrique como a Jesús que la esperen, ya que tiene que ir al mercado para ir a traer a Mayon quien había salido a vender las tortillas al mercado.
jueves, 24 de octubre de 2013
LA LAVANDERA (capitulo 3)
Sola y desamparada, Juana, la joven inocente que vino de provincia en busca de un buen porvenir, se encuentra con el obstáculo de este malandrín, que no se mide, mucho menos, se pone a pensar en las consecuencias que puede acarrearle a esta joven su ruin acción, es así como la toma como su amante, sin ofrecerle ni matrimonio ni un hogar estable para que pueda proteger a su hijo, cínico como todos los hombres prepotentes, amenaza a la pobre mujer para que no haga participe su denuncia y con las frases de prometerle que muy pronto se la llevara con él, logra pasando 4 años, embarazarla nuevamente, de esta relación nace una hermosa niña, morena y de unos ojos pizperetos, con una sonrisa que a todos cautiva, le ponen por nombre Margarita, decisión que a ciencia cierta no se sabe por quien le pusieron ese nombre. Habremos de hacer notar que la mayoría de los niños recién nacidos, adoptaban el nombre de algún familiar, ya fueran los padres, los abuelos, tíos o quizás también de la comadre que tanto querían, por eso hay nombres tan chuscos formados con nombres femeninos, por ejemplo, Guadalupe, Sofio, Josè del Carmen, etc., etc.,
Con el miedo reflejado en su interior, nuestra querida Juana, decide salirse de trabajar del papagayo, para este entonces el malévolo soldadete le arrebata a sus hijos y se los lleva con el (nuevamente quiero dejar asentado, que esto es por referencia hechas por personas cercanas), se refugia en el mercado el Parazal, específicamente en la zona de fondas, ahí le dan trabajo de dependienta, es justamente en ese lugar que conoce a una mujer originaria de Collantes (situado en el Municipio de Santiago Pinotepa Nacional en el Estado de Oaxaca), señora de gran personalidad, persona de color, pero con un corazón rojo, lleno de una alegría y simpatía regular, de nombre Amalia Hernández, junto con ella se va a vivir a un pequeño cuarto en la calle de mina, lo que actualmente es el Hotel Mina, ahí donde se encuentra Salinas y Rocha. Mujeres que hacen una buena mancuerna, pues desde ese momento no se dejan que les falte el respeto ningún hombre, por muy macho que sea.
Habrá que hacer notar, que Amalia tenía un carácter muy frívolo, era su característica de salirse los sábados a bailar, dejando los hijos al cuidado de Juana, razón por la cual la mayoría de sus hijos le decían Ma Juana, solo una de sus hijas de Amalia no vivió con los demás miembros de la familia, no sabemos el porque, pero si podemos decir que fue una mujer, persona muy hermosa, de piel blanca y de unos ojos atractivos y pispiretos, por cierto debemos de anotar su nombre Teresa, ella tenía un pequeño restaurante –le consta al que esto escribe- en la calle de Humboldt donde era visitada principalmente por su hermano Jaime, no creo que haya sido por vergüenza que Teresa se haya separado de su madre, porque era muy amorosa con ella.
Es en este lugar, el mercado el parazal, donde Juana se enamora de un individuo cuya característica es el de ser un Casanova, muy serio, seco en sus contestaciones e indiferente en su trato, al parecer esta persona fue presentada por Amalia, en el correr y venir del mercado al cuarto que rentaban, el galán de referencia las acompaña y es así como se da la química, motivo de esta relación nace el tercer hijo de Doña Juana en el año de 1950, al cual le ponen por nombre Enrique Asunción, pero la mala suerte persigue a nuestra dama en narración y al enterarse de que el tipo es casado, decide dejarlo, el ni siquiera hace el intento de mantener esta relación, quizás por el hijo o por la esposa que a lo mejor lo cachó en su aventura, el padre de Enrique fue el de Florentino Ríos Rodríguez, hombre procedente de Oaxaca (no se tienen datos exactos).
En virtud de querer borrar todo el pasado de sus vidas, Juana López en compañía de Amalia, deciden cambiar de su lugar de radicación, se mudan al famoso Barrio de la fábrica, en ese entonces apacible y sin sus calles pavimentadas, se instalan en una vecindad ubicada en la calle Huachinango, tras de ellas vienen sus hijos: de Juana: Enrique de aproximadamente 6 años, de Amalia: Jaime con una edad aproximada a los 8 años y Bibiana con 6 años, pasado un tiempo solicitan permiso para instalarse en un predio sin utilizar, todo lleno de hierbas y abrojos, pero que se encargan junto con los chicos de chaponar, construyendo en ese lugar su hogar consistente en un bajareque de hojas de palma, cubiertas alrededor del mismo de huesos de palapa y cartones, todo un espacio para las dos familias, lugar que en tiempo de lluvia, el agua escurría por en medio de ese humilde hogar. Es en este su nuevo lugar de residencia, que por igual deciden dejar a un lado la actividad de la fonda, ya que se encuentra retirado el mercado y es mucho trajín para los pobres niños, ya que no los pueden dejar solos y encerrados.
Hemos de anotar, que no había divisiones de cuartos, era una galera de unos 8 o 10 metros de largo por 8 de ancho, en donde se instalaron pequeños catres de jarcia, y una sola cama tejida de mecates, en donde en la entrada estaban instaladas las mujeres y al fondo los hombres, sin ningún medio de diversión, o lo que es lo mismo, sin televisión, ni radio, no tenían recursos para esos lujos. En el frente una pequeña enramada donde instalaron una modesta construcción para colocar un enorme comal de barro, para la elaboración de las tortillas que pretendían vender, así fue como instalaron el pequeño refugio. Habremos de hacer notar, que en ese predio fueron los primeros en habitarlo, ya después llegaron otras personas que se instalaron en la parte de atrás donde se encontraba una barda que limitaba la propiedad del que en ese entonces era diputado federal el Sr. Rafael Camacho...
Con el miedo reflejado en su interior, nuestra querida Juana, decide salirse de trabajar del papagayo, para este entonces el malévolo soldadete le arrebata a sus hijos y se los lleva con el (nuevamente quiero dejar asentado, que esto es por referencia hechas por personas cercanas), se refugia en el mercado el Parazal, específicamente en la zona de fondas, ahí le dan trabajo de dependienta, es justamente en ese lugar que conoce a una mujer originaria de Collantes (situado en el Municipio de Santiago Pinotepa Nacional en el Estado de Oaxaca), señora de gran personalidad, persona de color, pero con un corazón rojo, lleno de una alegría y simpatía regular, de nombre Amalia Hernández, junto con ella se va a vivir a un pequeño cuarto en la calle de mina, lo que actualmente es el Hotel Mina, ahí donde se encuentra Salinas y Rocha. Mujeres que hacen una buena mancuerna, pues desde ese momento no se dejan que les falte el respeto ningún hombre, por muy macho que sea.
Habrá que hacer notar, que Amalia tenía un carácter muy frívolo, era su característica de salirse los sábados a bailar, dejando los hijos al cuidado de Juana, razón por la cual la mayoría de sus hijos le decían Ma Juana, solo una de sus hijas de Amalia no vivió con los demás miembros de la familia, no sabemos el porque, pero si podemos decir que fue una mujer, persona muy hermosa, de piel blanca y de unos ojos atractivos y pispiretos, por cierto debemos de anotar su nombre Teresa, ella tenía un pequeño restaurante –le consta al que esto escribe- en la calle de Humboldt donde era visitada principalmente por su hermano Jaime, no creo que haya sido por vergüenza que Teresa se haya separado de su madre, porque era muy amorosa con ella.
Es en este lugar, el mercado el parazal, donde Juana se enamora de un individuo cuya característica es el de ser un Casanova, muy serio, seco en sus contestaciones e indiferente en su trato, al parecer esta persona fue presentada por Amalia, en el correr y venir del mercado al cuarto que rentaban, el galán de referencia las acompaña y es así como se da la química, motivo de esta relación nace el tercer hijo de Doña Juana en el año de 1950, al cual le ponen por nombre Enrique Asunción, pero la mala suerte persigue a nuestra dama en narración y al enterarse de que el tipo es casado, decide dejarlo, el ni siquiera hace el intento de mantener esta relación, quizás por el hijo o por la esposa que a lo mejor lo cachó en su aventura, el padre de Enrique fue el de Florentino Ríos Rodríguez, hombre procedente de Oaxaca (no se tienen datos exactos).
En virtud de querer borrar todo el pasado de sus vidas, Juana López en compañía de Amalia, deciden cambiar de su lugar de radicación, se mudan al famoso Barrio de la fábrica, en ese entonces apacible y sin sus calles pavimentadas, se instalan en una vecindad ubicada en la calle Huachinango, tras de ellas vienen sus hijos: de Juana: Enrique de aproximadamente 6 años, de Amalia: Jaime con una edad aproximada a los 8 años y Bibiana con 6 años, pasado un tiempo solicitan permiso para instalarse en un predio sin utilizar, todo lleno de hierbas y abrojos, pero que se encargan junto con los chicos de chaponar, construyendo en ese lugar su hogar consistente en un bajareque de hojas de palma, cubiertas alrededor del mismo de huesos de palapa y cartones, todo un espacio para las dos familias, lugar que en tiempo de lluvia, el agua escurría por en medio de ese humilde hogar. Es en este su nuevo lugar de residencia, que por igual deciden dejar a un lado la actividad de la fonda, ya que se encuentra retirado el mercado y es mucho trajín para los pobres niños, ya que no los pueden dejar solos y encerrados.
Hemos de anotar, que no había divisiones de cuartos, era una galera de unos 8 o 10 metros de largo por 8 de ancho, en donde se instalaron pequeños catres de jarcia, y una sola cama tejida de mecates, en donde en la entrada estaban instaladas las mujeres y al fondo los hombres, sin ningún medio de diversión, o lo que es lo mismo, sin televisión, ni radio, no tenían recursos para esos lujos. En el frente una pequeña enramada donde instalaron una modesta construcción para colocar un enorme comal de barro, para la elaboración de las tortillas que pretendían vender, así fue como instalaron el pequeño refugio. Habremos de hacer notar, que en ese predio fueron los primeros en habitarlo, ya después llegaron otras personas que se instalaron en la parte de atrás donde se encontraba una barda que limitaba la propiedad del que en ese entonces era diputado federal el Sr. Rafael Camacho...
CINCO MINUTOS.
Tanto tiempo pasado, cuantas historias se habrán escrito, algunos amores ya se han olvidado, pero quizás algunos con constancia han sobrevivido, pero tal vez ese mismo tiempo que pasó, hoy vuelve a surgir sobre sus propios escombros, ese, es el mismo que nos vuelve a juntar pero posiblemente en diferentes caminos.
Hemos formado un hogar con persona diferente a nuestros sueños, somos felices, sin dudarlo, pero a nuestra manera, con los hijos que la vida se encargó de proporcionarnos, siguiendo la meta que nos hemos propuesto, porque un fracaso no podrá detener nuestro movimiento en la vida, a lo mejor será una circunstancia para no volver a caer de nuevo. Más sin embargo afloran algunos reproches, que a lo mejor no supimos esclarecer en su momento y que ahora tan distantes, no hay manera de dilucidarlos de frente.
Si tuviera la oportunidad de entrevistarme contigo, te pediría solamente CINCO MINUTOS, para poderte demostrar lo equivocados que estuvimos, probablemente no te hablaría, te miraría fijamente, para que vieras mis ojos y en ellos buscaras un resquicio por el cual te adentraras a mi corazón, y solo él, solamente él, te expresara que nunca te he olvidado, el amor que en su tiempo te profesé, en la actualidad aunque de diferente manera te lo sigo teniendo, más no quiero ofender a las personas que viven con nosotros, por eso le he puesto una mordaza a mi corazón para que calle, para que no salga desbocado a tu encuentro, mi deseo es perseverar tu figura, tu cariño y tu amor como un bello recuerdo.
Pero a lo mejor en esos CINCO MINUTOS podré decirte, la falta que me hiciste en ese tiempo, que traté de borrar tu recuerdo, que jamás lo logré, que hice infelices a otras personas por pensar en ti, porque en ellas me refugiaba para poder olvidarte, pero fueron más fuertes tu nombre, tu figura, tu presencia, que en nadie podía apaciguar el dolor de haberte perdido, ¿por que sabes……..? Yo quería tenerte para toda la vida, pero cuando el lobo siente que debe de cambiar su actitud feroz por la humildad, no se lo creen y lo agarran a palos, así me sucedió contigo.
Pero también quiero comentarte que no fue tu culpa, ni la de tus padres o familia, no, ellos no tuvieron nada que ver con nuestra separación, solo deseaban protegerte, pero tampoco el destino tuvo que ver, porque el siempre fue benevolente con nosotros, en toda ocasión nos protegió, la culpa fue mía, solo mía, por no haberte retenido, por no saber hablarte para que te fueras a vivir conmigo y después formalizar nuestra relación, por eso me siento culpable y, quizás algún día te pida que me regales CINCO MINUTOS, ya que imagino que en ese tiempo nos veremos como somos en la actualidad, mirándonos a los ojos nos demos un beso y nos digamos adiós para siempre, porque esos CINCO MINUTOS, serán para recordar todo el tiempo que amándonos fuimos felices, porque olvidar un amor tan limpio, honesto y sincero, no alcanzaría una vida entera para hacerlo, pero CINCO MINUTOS, serán suficientes para volverlo a recordar.
jueves, 17 de octubre de 2013
LA LAVANDERA capitulo 2
O esta otra que describe al negro de la costa, canción inspirada en los habitantes de las costas de Guerrero y Oaxaca, que son famosas por su música de Chilenas, que para poder bailarlas solo las negritas que ondean sus faldas al ritmo de los acordes musicales, mientras el varón con su sombrero describe graciosamente como si anduviera toreando.
Yo nací en un bajareque sin doctores ni enfermeras
mi mama me trajo al mundo con ayuda de partera
y crecí cuidando cuches y pescando chacalín
con mi chicalmaca vieja en el río de por aquí
Negrito chimeco y feo casi chirundo me crié
pero tengo el alma blanca como no la tiene aquel
que nació en pañales limpios con otro color de piel
negrito puchunco y feo casi chirundo me crié
Con mi charpe en el pescuezo me iba a recoger chihuipe
pa que mi mamá cociera la tichinda o el chipile
como no había pa jabón cortaba chicayotillo
para lavar mi cotón y también mi calzoncillo
Negrito chimeco y feo casi chirundo me crié
pero tengo el alma blanca como no la tiene aquel
que nació en pañales limpios con otro color de piel
negrito puchunco y feo casi chirundo me crié
Con mi pelota de trapo jugaba con los muchitos
timbones y trasijados así eran mis amiguitos
me gustaba comer caldo con machuco y hierba santa
y la iguana con candó y el chile ajito de panza
Negrito chimeco y feo casi chirundo me crié
pero tengo el alma blanca como no la tiene aquel
que nació en pañales limpios con otro color de piel
negrito puchunco y feo casi chirundo me crié
Y es precisamente en la costa chica, en una provincia de ese entonces, se corría podríamos decir y quizás calcular el año de 1927, nació una niña, hija de Doña Emperatriz y Santa Cruz, a quien bautizan con el nombre de Juana, que quizás fue la única que salió con la piel clara, ya que sus hermanas, Guadalupe, Elpidia y Gudelia eran de un color más oscuro, el lugar exacto de su nacimiento lo desconozco, pero por referencias se que fue en el poblado de Juchitán, por cierto al evocar el nombre de este lugar no puedo pasar por alto algo que en su momento se escribió y que a la letra dice así:
Juchitán y Huehuetán
andan peleando terrenos.
Juchitán y Huehuetán
andan peleando terrenos.
Juchitán dice: ¡ganamos!
Huehuetán dice: ¡veremos!
Soy trovador y mi guitarra es la ley,
me paseo por Charco-choco, San Nicolás y el Maguey.
Ahora sí que estoy culeco
porque mañana me caso.
Ahora sí que estoy culeco
porque mañana me caso.
Con una linda morena
patitas de chichalaco.
Con una linda morena
patitas de "chichalaco".
Soy tirador,
mi retrocarga es la ley,
paso Cuajinicuilapa,
Tacubaya y el Maguey.
Al correr de los años, Juana como que no se acomodaba al ritmo de vida en ese lugar, sentía la necesidad de salirse, pero por un tiempo se aguantó, ya que el carácter de Doña Emperatriz era duro y enérgico, siempre se caracterizó la señora por ser de fuerte temple, ya que como su figura representativa en esa época de una mujer que ni los fuertes vientos la doblegaba, se erguía como un roble, altivo y orgulloso, por lo tanto Juana tuvo que esperar una mejor oportunidad para decir adiós a sus raíces. Los datos escasean sobre la forma en que se desarrolló, pero conociendo el carácter de su Madre, estamos seguros que se la pasaba ayudándole en los quehaceres del hogar, en ese entonces, yéndose a lavar al rio, recoger los frutos de la huerta que en aquel tiempo tenían, elaborar la comida, haciendo las tortillas a mano y pegadas al fogón en la manufactura de los alimentos.
Y es que de verdad, Doña Empera, era una señora muy dulce, platicadora, nadie le paraba su conversación cuando de recuerdos se trataba, ella había visto crecer a sus hijas, entre ir y venir a la huerta trayendo los productos que vendía o consumían en el hogar, por igual el secado y rallado del coco para irlo a vender como compra en los establecimientos que existían en el poblado y que les eran mal pagados, su gesto adusto la hacía representar como una persona enojona, característica que le heredó a sus hijas, nietos y demás descendencia, pero uno se daba cuenta, cuan equivocado se estaba, su cara seria como de piedra no era más que el paso sufrido que tuvo por la vida, pero ella era toda dulzura.
Habremos de anotar, porque es pertinente decirlo, que el hogar que fincaron para vivir, fue en el poblado de Cópala, unos kilómetros de Juchitán, por lo regular era muy conocido el apellido López, se tenía familia, en Marquelia, Juchitán, Azoyu, Huehuetan, Rayito, etc., etc., decíamos que vivieron y por mucho tiempo, todavía después de la muerte de la gran Patrona familiar como lo eran Doña Emperatriz, en Cópala, lugar donde la madre de Doña Juana, logró adquirir un terreno para fundar su hogar, así como de terrenos en donde tenía una huerta de regular tamaño, adonde se iban a traer los artículos necesarios para surtir su pequeña despensa de los alimentos que consumían diariamente.
No se le conocen amoríos, mucho menos aventuras fuera de su hogar, en ese entonces muy estrictos en todos los sentidos, se pierde mucho de su vida, poco se sabe, lo único que podemos anotar es que creció bajo el amparo de su madre y en compañía de sus hermanas, las que demuestran por igual su educación estricta saber comportarse. Poco conocemos de ella en su vida familiar, los vagos recuerdos nos llevan a ubicarla en el puerto de Acapulco, lugar donde ella empieza a trabajar en una actividad que quizás sería su estigma para toda la vida, ya que se empieza a interesar en la labor de la lavandería, lugar donde es reclutada por el entonces tan famoso Hotel Papagayo.
Debemos de anotar, que la lavandería se encontraba en el sótano, tenía unas mirillas que daban a la costera, se encontraban al ras de la banqueta, en ese entonces dicha avenida, casi virgen por la ausencia de tantos automóviles, cuando cansadas de tanto usar las maquinas para lavar, esas mujeres trabajadoras, se asomaban a las mirillas, y se divertían mirando únicamente los pies de las personas que pasaban por ahí, este pasaje como me recuerda a una película de Pedro Infante, donde miraba desde su taller, solo las zapatillas de su princesa.
Tal parece que ya en esos tiempos, un militar testarudo, déspota, con desplantes de galán, pero de una sonrisa cínica y burlona, trata de conquistar a nuestra ingenua provincianita, pero ella, chapada a la antigua y con el recuerdo de las reprimendas de su señora madre, ignora las pretensiones de este galancete de quinta, mandándolo a freír espárragos, pero es lógico el orgullo de un militar jamás puede ser pisoteado, porque lo que no obtienen a la buena por la mala lo logran, y es así como a las fuerzas sometiéndola con la fuerza bruta de un macho que solo con las mujeres podía, logra mancillar la pureza de esa noble chica, apareciendo como fruto de esta acción un niño al cual le pone su padre su nombre Jesús, para ese entonces corría el año de 1940. Olvidaba decir que el nombre del susodicho soldado, si es que la memoria no me falla, o los informes que me dieron no fueron equívocos, el fue bautizado con el nombre de Jesús Aparicio.
Yo nací en un bajareque sin doctores ni enfermeras
mi mama me trajo al mundo con ayuda de partera
y crecí cuidando cuches y pescando chacalín
con mi chicalmaca vieja en el río de por aquí
Negrito chimeco y feo casi chirundo me crié
pero tengo el alma blanca como no la tiene aquel
que nació en pañales limpios con otro color de piel
negrito puchunco y feo casi chirundo me crié
Con mi charpe en el pescuezo me iba a recoger chihuipe
pa que mi mamá cociera la tichinda o el chipile
como no había pa jabón cortaba chicayotillo
para lavar mi cotón y también mi calzoncillo
Negrito chimeco y feo casi chirundo me crié
pero tengo el alma blanca como no la tiene aquel
que nació en pañales limpios con otro color de piel
negrito puchunco y feo casi chirundo me crié
Con mi pelota de trapo jugaba con los muchitos
timbones y trasijados así eran mis amiguitos
me gustaba comer caldo con machuco y hierba santa
y la iguana con candó y el chile ajito de panza
Negrito chimeco y feo casi chirundo me crié
pero tengo el alma blanca como no la tiene aquel
que nació en pañales limpios con otro color de piel
negrito puchunco y feo casi chirundo me crié
Y es precisamente en la costa chica, en una provincia de ese entonces, se corría podríamos decir y quizás calcular el año de 1927, nació una niña, hija de Doña Emperatriz y Santa Cruz, a quien bautizan con el nombre de Juana, que quizás fue la única que salió con la piel clara, ya que sus hermanas, Guadalupe, Elpidia y Gudelia eran de un color más oscuro, el lugar exacto de su nacimiento lo desconozco, pero por referencias se que fue en el poblado de Juchitán, por cierto al evocar el nombre de este lugar no puedo pasar por alto algo que en su momento se escribió y que a la letra dice así:
Juchitán y Huehuetán
andan peleando terrenos.
Juchitán y Huehuetán
andan peleando terrenos.
Juchitán dice: ¡ganamos!
Huehuetán dice: ¡veremos!
Soy trovador y mi guitarra es la ley,
me paseo por Charco-choco, San Nicolás y el Maguey.
Ahora sí que estoy culeco
porque mañana me caso.
Ahora sí que estoy culeco
porque mañana me caso.
Con una linda morena
patitas de chichalaco.
Con una linda morena
patitas de "chichalaco".
Soy tirador,
mi retrocarga es la ley,
paso Cuajinicuilapa,
Tacubaya y el Maguey.
Al correr de los años, Juana como que no se acomodaba al ritmo de vida en ese lugar, sentía la necesidad de salirse, pero por un tiempo se aguantó, ya que el carácter de Doña Emperatriz era duro y enérgico, siempre se caracterizó la señora por ser de fuerte temple, ya que como su figura representativa en esa época de una mujer que ni los fuertes vientos la doblegaba, se erguía como un roble, altivo y orgulloso, por lo tanto Juana tuvo que esperar una mejor oportunidad para decir adiós a sus raíces. Los datos escasean sobre la forma en que se desarrolló, pero conociendo el carácter de su Madre, estamos seguros que se la pasaba ayudándole en los quehaceres del hogar, en ese entonces, yéndose a lavar al rio, recoger los frutos de la huerta que en aquel tiempo tenían, elaborar la comida, haciendo las tortillas a mano y pegadas al fogón en la manufactura de los alimentos.
Y es que de verdad, Doña Empera, era una señora muy dulce, platicadora, nadie le paraba su conversación cuando de recuerdos se trataba, ella había visto crecer a sus hijas, entre ir y venir a la huerta trayendo los productos que vendía o consumían en el hogar, por igual el secado y rallado del coco para irlo a vender como compra en los establecimientos que existían en el poblado y que les eran mal pagados, su gesto adusto la hacía representar como una persona enojona, característica que le heredó a sus hijas, nietos y demás descendencia, pero uno se daba cuenta, cuan equivocado se estaba, su cara seria como de piedra no era más que el paso sufrido que tuvo por la vida, pero ella era toda dulzura.
Habremos de anotar, porque es pertinente decirlo, que el hogar que fincaron para vivir, fue en el poblado de Cópala, unos kilómetros de Juchitán, por lo regular era muy conocido el apellido López, se tenía familia, en Marquelia, Juchitán, Azoyu, Huehuetan, Rayito, etc., etc., decíamos que vivieron y por mucho tiempo, todavía después de la muerte de la gran Patrona familiar como lo eran Doña Emperatriz, en Cópala, lugar donde la madre de Doña Juana, logró adquirir un terreno para fundar su hogar, así como de terrenos en donde tenía una huerta de regular tamaño, adonde se iban a traer los artículos necesarios para surtir su pequeña despensa de los alimentos que consumían diariamente.
No se le conocen amoríos, mucho menos aventuras fuera de su hogar, en ese entonces muy estrictos en todos los sentidos, se pierde mucho de su vida, poco se sabe, lo único que podemos anotar es que creció bajo el amparo de su madre y en compañía de sus hermanas, las que demuestran por igual su educación estricta saber comportarse. Poco conocemos de ella en su vida familiar, los vagos recuerdos nos llevan a ubicarla en el puerto de Acapulco, lugar donde ella empieza a trabajar en una actividad que quizás sería su estigma para toda la vida, ya que se empieza a interesar en la labor de la lavandería, lugar donde es reclutada por el entonces tan famoso Hotel Papagayo.
Debemos de anotar, que la lavandería se encontraba en el sótano, tenía unas mirillas que daban a la costera, se encontraban al ras de la banqueta, en ese entonces dicha avenida, casi virgen por la ausencia de tantos automóviles, cuando cansadas de tanto usar las maquinas para lavar, esas mujeres trabajadoras, se asomaban a las mirillas, y se divertían mirando únicamente los pies de las personas que pasaban por ahí, este pasaje como me recuerda a una película de Pedro Infante, donde miraba desde su taller, solo las zapatillas de su princesa.
Tal parece que ya en esos tiempos, un militar testarudo, déspota, con desplantes de galán, pero de una sonrisa cínica y burlona, trata de conquistar a nuestra ingenua provincianita, pero ella, chapada a la antigua y con el recuerdo de las reprimendas de su señora madre, ignora las pretensiones de este galancete de quinta, mandándolo a freír espárragos, pero es lógico el orgullo de un militar jamás puede ser pisoteado, porque lo que no obtienen a la buena por la mala lo logran, y es así como a las fuerzas sometiéndola con la fuerza bruta de un macho que solo con las mujeres podía, logra mancillar la pureza de esa noble chica, apareciendo como fruto de esta acción un niño al cual le pone su padre su nombre Jesús, para ese entonces corría el año de 1940. Olvidaba decir que el nombre del susodicho soldado, si es que la memoria no me falla, o los informes que me dieron no fueron equívocos, el fue bautizado con el nombre de Jesús Aparicio.
LA LAVANDERA.
Desde este momento empiezo a narrar la vida de mi madre. CAPITULO 1
Que linda la costa chica de mi estado de guerrero, que hermosas sus mujeres con sus vistosas enaguas, apuestos caballeros encima de sus alazanes, y los chicos jugueteando en sus sueños por ser ya mayores, que hermosas son sus ferias, sus atractivos corridos, esas callejuelas con olor a provincia llenas de candidez humana, libres de todo progreso pero de cultura muy avanzada, sus habitantes que antes de que salga el sol se dirigen a sus parcelas, a arar la tierra o a dar de comer a sus bestias, las mujeres en su casa, hincadas en el metate a moler el maíz para la hechura de las tortillas, mientras en el fogón se guisan los frijoles, la salsa que elaboran tiene manufactura casera, esa que con el chile y los tomates de la huerta le dan un rico sabor al pescado seco, a los frijoles fritos, o a los tacos de queso, o a la tortilla hecha a mano salpicada con agua y un poquito de sal, su rica leche, de las vacas recién ordeñadas, en la jarra todavía se aprecia la espuma del liquido que ayuda en la alimentación de sus pobladores.
A la mente me llegan los recuerdos de tantas y tantas melodías que le han compuesto a mi hermosa Costa Chica, pero quizás nunca, ni el mejor compositor podrá describir el alma de mi costa, porque la bravura de sus hombres y el encanto de sus mujeres, son propiedades registradas únicamente por sus habitantes, quizás llegue un día en que se pueda penetrar al sentimiento costeño y se le cante su grandeza a esa pequeña tierra, de la cual yo no me explico porque le pusieron Costa Chica, cuando si en verdad lo decimos, el corazón y el sentimiento de sus habitantes es muy grande, Costa chica donde con los cocuyos se adormecen las almas tranquilas para dar paso al sueño de grandeza de sus hombres, al sueño de amor de sus hijos, de esa mujer morena con olor a palmera y con mirada en calma como el océano, quizás solo Álvaro Carrillo trató de describir a la Costa Chica, cuando en uno de sus poemas escribió:
Te guardan aislada tus grandes montañas
montañas azules, hermanas del cielo
hechas con el barro de tu propia entraña
pero que estrangulan con maligno celo
el esbelto cuello de tu economía
mientras que tus hijos, como los atridas
se escarnian, se odian y en sus tropelías
vierten el alarde de su sangre estéril
sobre los redaños de tu geología
porque tus recuerdos a Moloch adoran
y porque es tu selva caja de Pandora
y aún así no mueres, Costa Chica mía.
Es mi costa el orgullo de mi País, por lo encendido de sus pasiones, por el carácter y la valentía de sus hombres, por la nobleza de sus mujeres, por el respeto de sus ancestros y la veneración hacía las personas mayores, así es mi costa, tierra fértil en la cual se siembran las esperanzas de sus gentes, trabajadoras de sol a sol, emprendedoras en cualquier empresa que se propongan, porque tener ganas es poco cuando se tiene demasiado cariño a su tierra y a su gente, mujeres hermosas que nacidas bajo un sol ardiente, tienen sus ojos hermosos y una cintura candente, pero mejor doy paso a un gran poeta que supo describir a la mujer costeña Don Rubén Mora Gutiérrez:
¡Feria de luz y alegría!
Morena feria de amor,
morena por tu color,
morena porque eres mía.
De tu boca de sandía
voy a beberme el sabor,
que me matan de calor
tus ojos de mediodía.
En tu canto de sirena,
tu espíritu aventurero
tiene encendido un lucero
para disipar la pena
en esta noche serena
del Estado de Guerrero.
Esta es mi tierra que tanto quiero, que mucho extraño ahora que vivo en la ciudad, pero de donde recibo muchos saludos de mi familia que se encuentra por allá. Por cierto he de hacer notorio que la mayoría de los habitantes de la Costa Chica son gentes de color (como vulgarmente se les conoce: Negros) esto viene a colación por las famosas canciones que en su momento grabaron grupos musicales, como referentes solo anotaré la letra de dos que en su contenido son muy hermosas, más por la forma picaresca que le dan la tonada.
Se ha formado un casamiento todo pintado de negro,
negros novios y padrinos primos, hermanos y suegros,
y el cura que los casó era de los meros negros.
Cuando empezaron la fiesta pusieron un mantel negro
ahí sirvieron cuatete y sirvieron frijol negro
y se fueron a dormir debajo de un cielo negro.
Y allí están las dos cabezas de la negra con el negro,
Amanecieron con frío tuvieron que prender fuego,
carbón trajo la negrita carbón que también es negro.
Algo le duele a la negra vino el médico del pueblo
recetó plastas de barro pero del barro más negro
que le dieran a la negra zumo de maqui del cerro.
Ya se murió la negrita que pena p´al pobre negro,
la metió dentro de un cajón cajón pintado de negro,
no prendieron ni una vela ay, qué velorio más negro.
Que linda la costa chica de mi estado de guerrero, que hermosas sus mujeres con sus vistosas enaguas, apuestos caballeros encima de sus alazanes, y los chicos jugueteando en sus sueños por ser ya mayores, que hermosas son sus ferias, sus atractivos corridos, esas callejuelas con olor a provincia llenas de candidez humana, libres de todo progreso pero de cultura muy avanzada, sus habitantes que antes de que salga el sol se dirigen a sus parcelas, a arar la tierra o a dar de comer a sus bestias, las mujeres en su casa, hincadas en el metate a moler el maíz para la hechura de las tortillas, mientras en el fogón se guisan los frijoles, la salsa que elaboran tiene manufactura casera, esa que con el chile y los tomates de la huerta le dan un rico sabor al pescado seco, a los frijoles fritos, o a los tacos de queso, o a la tortilla hecha a mano salpicada con agua y un poquito de sal, su rica leche, de las vacas recién ordeñadas, en la jarra todavía se aprecia la espuma del liquido que ayuda en la alimentación de sus pobladores.
A la mente me llegan los recuerdos de tantas y tantas melodías que le han compuesto a mi hermosa Costa Chica, pero quizás nunca, ni el mejor compositor podrá describir el alma de mi costa, porque la bravura de sus hombres y el encanto de sus mujeres, son propiedades registradas únicamente por sus habitantes, quizás llegue un día en que se pueda penetrar al sentimiento costeño y se le cante su grandeza a esa pequeña tierra, de la cual yo no me explico porque le pusieron Costa Chica, cuando si en verdad lo decimos, el corazón y el sentimiento de sus habitantes es muy grande, Costa chica donde con los cocuyos se adormecen las almas tranquilas para dar paso al sueño de grandeza de sus hombres, al sueño de amor de sus hijos, de esa mujer morena con olor a palmera y con mirada en calma como el océano, quizás solo Álvaro Carrillo trató de describir a la Costa Chica, cuando en uno de sus poemas escribió:
Te guardan aislada tus grandes montañas
montañas azules, hermanas del cielo
hechas con el barro de tu propia entraña
pero que estrangulan con maligno celo
el esbelto cuello de tu economía
mientras que tus hijos, como los atridas
se escarnian, se odian y en sus tropelías
vierten el alarde de su sangre estéril
sobre los redaños de tu geología
porque tus recuerdos a Moloch adoran
y porque es tu selva caja de Pandora
y aún así no mueres, Costa Chica mía.
Es mi costa el orgullo de mi País, por lo encendido de sus pasiones, por el carácter y la valentía de sus hombres, por la nobleza de sus mujeres, por el respeto de sus ancestros y la veneración hacía las personas mayores, así es mi costa, tierra fértil en la cual se siembran las esperanzas de sus gentes, trabajadoras de sol a sol, emprendedoras en cualquier empresa que se propongan, porque tener ganas es poco cuando se tiene demasiado cariño a su tierra y a su gente, mujeres hermosas que nacidas bajo un sol ardiente, tienen sus ojos hermosos y una cintura candente, pero mejor doy paso a un gran poeta que supo describir a la mujer costeña Don Rubén Mora Gutiérrez:
¡Feria de luz y alegría!
Morena feria de amor,
morena por tu color,
morena porque eres mía.
De tu boca de sandía
voy a beberme el sabor,
que me matan de calor
tus ojos de mediodía.
En tu canto de sirena,
tu espíritu aventurero
tiene encendido un lucero
para disipar la pena
en esta noche serena
del Estado de Guerrero.
Esta es mi tierra que tanto quiero, que mucho extraño ahora que vivo en la ciudad, pero de donde recibo muchos saludos de mi familia que se encuentra por allá. Por cierto he de hacer notorio que la mayoría de los habitantes de la Costa Chica son gentes de color (como vulgarmente se les conoce: Negros) esto viene a colación por las famosas canciones que en su momento grabaron grupos musicales, como referentes solo anotaré la letra de dos que en su contenido son muy hermosas, más por la forma picaresca que le dan la tonada.
Se ha formado un casamiento todo pintado de negro,
negros novios y padrinos primos, hermanos y suegros,
y el cura que los casó era de los meros negros.
Cuando empezaron la fiesta pusieron un mantel negro
ahí sirvieron cuatete y sirvieron frijol negro
y se fueron a dormir debajo de un cielo negro.
Y allí están las dos cabezas de la negra con el negro,
Amanecieron con frío tuvieron que prender fuego,
carbón trajo la negrita carbón que también es negro.
Algo le duele a la negra vino el médico del pueblo
recetó plastas de barro pero del barro más negro
que le dieran a la negra zumo de maqui del cerro.
Ya se murió la negrita que pena p´al pobre negro,
la metió dentro de un cajón cajón pintado de negro,
no prendieron ni una vela ay, qué velorio más negro.
BIENAVENTURADOS.
Bienaventurados aquellos que ven a su esposa como su compañera y no como su esclava;
Bienaventurados los que respetan la vida ajena;
Bienaventurados los que no hacen escarnio de sus enemigos;
Bienaventurados los que viven su vida y dejan a los demás que vivan la suya:
Bienaventurados los que enseñan a sus hijos con el ejemplo y no con golpes;
Bienaventurados los que se privan de un bocado por dárselo al hambriento;
Bienaventurados los que viven con honestidad;
Bienaventurados los que aplican la humildad;
Bienaventurados los que aman a la naturaleza y a sus animales;
Bienaventurados los que ofrecen una oración por sus hermanos enfermos;
Bienaventurados los que practican la caridad;
Bienaventurados los que tienden su mano en tiempo de desgracia;
Bienaventurados los que a pesar de ser ofendidos saben perdonar;
Bienaventurados los que acuden a socorrer al necesitado sin ser llamados;
Bienaventurados los que creen sin necesidad de ver;
Bienaventurados los ancianos que todavía tienen alma de niño;
Bienaventurados los que ofrecen su risa a cambio del llanto;
Bienaventurados los que aman a los niños y no los maltratan;
Bienaventurados aquellos que desde su posición económica ayudan, sin que lo anden divulgando;
Bienaventurados esos padres que saben educar a sus hijos;
Bienaventuradas esas mujeres que saben perdonar ante tanto maltrato físico;
Bienaventurados los que luchan por superarse sin perjudicar a nadie;
Bienaventurados los que se alejan de la violencia y saben amar a su projimo;
Bienaventurados los que cuidan su cuerpo y su alma sin intoxicarlos;
Bienaventurados los que tienen fe y nunca reniegan de su Dios;
Bienaventurados los que teniendo tantos descalabros saben levantarse y seguir adelante;
Bienaventuradas las madres que ofrendan su vida por sus hijos;
Bienaventurados los que saben respetar y honrar su hogar;
Bienaventurados todos los que practican la fidelidad y el respeto;
Bienaventurados los que a pesar de que les ofrecen riquezas no tuercen su camino;
Bienaventurados los que se dedican a hacer el bien sin mirar a quien;
Bienaventurados los que teniendo poco saben dar demasiado;
Bienaventurados aquellos que sin criticar saben orientar;
Bienaventurados los que se conduelen de sus semejantes y les brindan ayuda;
Bienaventurados los que respetan la vida ajena;
Bienaventurados los que no hacen escarnio de sus enemigos;
Bienaventurados los que viven su vida y dejan a los demás que vivan la suya:
Bienaventurados los que enseñan a sus hijos con el ejemplo y no con golpes;
Bienaventurados los que se privan de un bocado por dárselo al hambriento;
Bienaventurados los que viven con honestidad;
Bienaventurados los que aplican la humildad;
Bienaventurados los que aman a la naturaleza y a sus animales;
Bienaventurados los que ofrecen una oración por sus hermanos enfermos;
Bienaventurados los que practican la caridad;
Bienaventurados los que tienden su mano en tiempo de desgracia;
Bienaventurados los que a pesar de ser ofendidos saben perdonar;
Bienaventurados los que acuden a socorrer al necesitado sin ser llamados;
Bienaventurados los que creen sin necesidad de ver;
Bienaventurados los ancianos que todavía tienen alma de niño;
Bienaventurados los que ofrecen su risa a cambio del llanto;
Bienaventurados los que aman a los niños y no los maltratan;
Bienaventurados aquellos que desde su posición económica ayudan, sin que lo anden divulgando;
Bienaventurados esos padres que saben educar a sus hijos;
Bienaventuradas esas mujeres que saben perdonar ante tanto maltrato físico;
Bienaventurados los que luchan por superarse sin perjudicar a nadie;
Bienaventurados los que se alejan de la violencia y saben amar a su projimo;
Bienaventurados los que cuidan su cuerpo y su alma sin intoxicarlos;
Bienaventurados los que tienen fe y nunca reniegan de su Dios;
Bienaventurados los que teniendo tantos descalabros saben levantarse y seguir adelante;
Bienaventuradas las madres que ofrendan su vida por sus hijos;
Bienaventurados los que saben respetar y honrar su hogar;
Bienaventurados todos los que practican la fidelidad y el respeto;
Bienaventurados los que a pesar de que les ofrecen riquezas no tuercen su camino;
Bienaventurados los que se dedican a hacer el bien sin mirar a quien;
Bienaventurados los que teniendo poco saben dar demasiado;
Bienaventurados aquellos que sin criticar saben orientar;
Bienaventurados los que se conduelen de sus semejantes y les brindan ayuda;
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