jueves, 17 de octubre de 2013

LA LAVANDERA capitulo 2

O esta otra que describe al negro de la costa, canción inspirada en los habitantes de las costas de Guerrero y Oaxaca, que son famosas por su música de Chilenas, que para poder bailarlas solo las negritas que ondean sus faldas al ritmo de los acordes musicales, mientras el varón con su sombrero describe graciosamente como si anduviera toreando.

Yo nací en un bajareque sin doctores ni enfermeras
mi mama me trajo al mundo con ayuda de partera
y crecí cuidando cuches y pescando chacalín
con mi chicalmaca vieja en el río de por aquí

Negrito chimeco y feo casi chirundo me crié
pero tengo el alma blanca como no la tiene aquel
que nació en pañales limpios con otro color de piel
negrito puchunco y feo casi chirundo me crié

Con mi charpe en el pescuezo me iba a recoger chihuipe
pa que mi mamá cociera la tichinda o el chipile
como no había pa jabón cortaba chicayotillo
para lavar mi cotón y también mi calzoncillo

Negrito chimeco y feo casi chirundo me crié
pero tengo el alma blanca como no la tiene aquel
que nació en pañales limpios con otro color de piel
negrito puchunco y feo casi chirundo me crié

Con mi pelota de trapo jugaba con los muchitos
timbones y trasijados así eran mis amiguitos
me gustaba comer caldo con machuco y hierba santa
y la iguana con candó y el chile ajito de panza

Negrito chimeco y feo casi chirundo me crié
pero tengo el alma blanca como no la tiene aquel
que nació en pañales limpios con otro color de piel
negrito puchunco y feo casi chirundo me crié

Y es precisamente en la costa chica, en una provincia de ese entonces, se corría podríamos decir y quizás calcular el año de 1927, nació una niña, hija de Doña Emperatriz y Santa Cruz, a quien bautizan con el nombre de Juana, que quizás fue la única que salió con la piel clara, ya que sus hermanas, Guadalupe, Elpidia y Gudelia eran de un color más oscuro, el lugar exacto de su nacimiento lo desconozco, pero por referencias se que fue en el poblado de Juchitán, por cierto al evocar el nombre de este lugar no puedo pasar por alto algo que en su momento se escribió y que a la letra dice así:

Juchitán y Huehuetán
andan peleando terrenos.
Juchitán y Huehuetán
andan peleando terrenos.

Juchitán dice: ¡ganamos!
Huehuetán dice: ¡veremos!

Soy trovador y mi guitarra es la ley,
me paseo por Charco-choco, San Nicolás y el Maguey.

Ahora sí que estoy culeco
porque mañana me caso.
Ahora sí que estoy culeco
porque mañana me caso.

Con una linda morena
patitas de chichalaco.
Con una linda morena
patitas de "chichalaco".

Soy tirador,
mi retrocarga es la ley,
paso Cuajinicuilapa,
Tacubaya y el Maguey.

Al correr de los años, Juana como que no se acomodaba al ritmo de vida en ese lugar, sentía la necesidad de salirse, pero por un tiempo se aguantó, ya que el carácter de Doña Emperatriz era duro y enérgico, siempre se caracterizó la señora por ser de fuerte temple, ya que como su figura representativa en esa época de una mujer que ni los fuertes vientos la doblegaba, se erguía como un roble, altivo y orgulloso, por lo tanto Juana tuvo que esperar una mejor oportunidad para decir adiós a sus raíces. Los datos escasean sobre la forma en que se desarrolló, pero conociendo el carácter de su Madre, estamos seguros que se la pasaba ayudándole en los quehaceres del hogar, en ese entonces, yéndose a lavar al rio, recoger los frutos de la huerta que en aquel tiempo tenían, elaborar la comida, haciendo las tortillas a mano y pegadas al fogón en la manufactura de los alimentos.

Y es que de verdad, Doña Empera, era una señora muy dulce, platicadora, nadie le paraba su conversación cuando de recuerdos se trataba, ella había visto crecer a sus hijas, entre ir y venir a la huerta trayendo los productos que vendía o consumían en el hogar, por igual el secado y rallado del coco para irlo a vender como compra en los establecimientos que existían en el poblado y que les eran mal pagados, su gesto adusto la hacía representar como una persona enojona, característica que le heredó a sus hijas, nietos y demás descendencia, pero uno se daba cuenta, cuan equivocado se estaba, su cara seria como de piedra no era más que el paso sufrido que tuvo por la vida, pero ella era toda dulzura.

Habremos de anotar, porque es pertinente decirlo, que el hogar que fincaron para vivir, fue en el poblado de Cópala, unos kilómetros de Juchitán, por lo regular era muy conocido el apellido López, se tenía familia, en Marquelia, Juchitán, Azoyu, Huehuetan, Rayito, etc., etc., decíamos que vivieron y por mucho tiempo, todavía después de la muerte de la gran Patrona familiar como lo eran Doña Emperatriz, en Cópala, lugar donde la madre de Doña Juana, logró adquirir un terreno para fundar su hogar, así como de terrenos en donde tenía una huerta de regular tamaño, adonde se iban a traer los artículos necesarios para surtir su pequeña despensa de los alimentos que consumían diariamente.

No se le conocen amoríos, mucho menos aventuras fuera de su hogar, en ese entonces muy estrictos en todos los sentidos, se pierde mucho de su vida, poco se sabe, lo único que podemos anotar es que creció bajo el amparo de su madre y en compañía de sus hermanas, las que demuestran por igual su educación estricta saber comportarse. Poco conocemos de ella en su vida familiar, los vagos recuerdos nos llevan a ubicarla en el puerto de Acapulco, lugar donde ella empieza a trabajar en una actividad que quizás sería su estigma para toda la vida, ya que se empieza a interesar en la labor de la lavandería, lugar donde es reclutada por el entonces tan famoso Hotel Papagayo.

Debemos de anotar, que la lavandería se encontraba en el sótano, tenía unas mirillas que daban a la costera, se encontraban al ras de la banqueta, en ese entonces dicha avenida, casi virgen por la ausencia de tantos automóviles, cuando cansadas de tanto usar las maquinas para lavar, esas mujeres trabajadoras, se asomaban a las mirillas, y se divertían mirando únicamente los pies de las personas que pasaban por ahí, este pasaje como me recuerda a una película de Pedro Infante, donde miraba desde su taller, solo las zapatillas de su princesa.

Tal parece que ya en esos tiempos, un militar testarudo, déspota, con desplantes de galán, pero de una sonrisa cínica y burlona, trata de conquistar a nuestra ingenua provincianita, pero ella, chapada a la antigua y con el recuerdo de las reprimendas de su señora madre, ignora las pretensiones de este galancete de quinta, mandándolo a freír espárragos, pero es lógico el orgullo de un militar jamás puede ser pisoteado, porque lo que no obtienen a la buena por la mala lo logran, y es así como a las fuerzas sometiéndola con la fuerza bruta de un macho que solo con las mujeres podía, logra mancillar la pureza de esa noble chica, apareciendo como fruto de esta acción un niño al cual le pone su padre su nombre Jesús, para ese entonces corría el año de 1940. Olvidaba decir que el nombre del susodicho soldado, si es que la memoria no me falla, o los informes que me dieron no fueron equívocos, el fue bautizado con el nombre de Jesús Aparicio.

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