jueves, 24 de octubre de 2013

LA LAVANDERA (capitulo 3)

Sola y desamparada, Juana, la joven inocente que vino de provincia en busca de un buen porvenir, se encuentra con el obstáculo de este malandrín, que no se mide, mucho menos, se pone a pensar en las consecuencias que puede acarrearle a esta joven su ruin acción, es así como la toma como su amante, sin ofrecerle ni matrimonio ni un hogar estable para que pueda proteger a su hijo, cínico como todos los hombres prepotentes, amenaza a la pobre mujer para que no haga participe su denuncia y con las frases de prometerle que muy pronto se la llevara con él, logra pasando 4 años, embarazarla nuevamente, de esta relación nace una hermosa niña, morena y de unos ojos pizperetos, con una sonrisa que a todos cautiva, le ponen por nombre Margarita, decisión que a ciencia cierta no se sabe por quien le pusieron ese nombre. Habremos de hacer notar que la mayoría de los niños recién nacidos, adoptaban el nombre de algún familiar, ya fueran los padres, los abuelos, tíos o quizás también de la comadre que tanto querían, por eso hay nombres tan chuscos formados con nombres femeninos, por ejemplo, Guadalupe, Sofio, Josè del Carmen, etc., etc.,

Con el miedo reflejado en su interior, nuestra querida Juana, decide salirse de trabajar del papagayo, para este entonces el malévolo soldadete le arrebata a sus hijos y se los lleva con el (nuevamente quiero dejar asentado, que esto es por referencia hechas por personas cercanas), se refugia en el mercado el Parazal, específicamente en la zona de fondas, ahí le dan trabajo de dependienta, es justamente en ese lugar que conoce a una mujer originaria de Collantes (situado en el Municipio de Santiago Pinotepa Nacional en el Estado de Oaxaca), señora de gran personalidad, persona de color, pero con un corazón rojo, lleno de una alegría y simpatía regular, de nombre Amalia Hernández, junto con ella se va a vivir a un pequeño cuarto en la calle de mina, lo que actualmente es el Hotel Mina, ahí donde se encuentra Salinas y Rocha. Mujeres que hacen una buena mancuerna, pues desde ese momento no se dejan que les falte el respeto ningún hombre, por muy macho que sea.

Habrá que hacer notar, que Amalia tenía un carácter muy frívolo, era su característica de salirse los sábados a bailar, dejando los hijos al cuidado de Juana, razón por la cual la mayoría de sus hijos le decían Ma Juana, solo una de sus hijas de Amalia no vivió con los demás miembros de la familia, no sabemos el porque, pero si podemos decir que fue una mujer, persona muy hermosa, de piel blanca y de unos ojos atractivos y pispiretos, por cierto debemos de anotar su nombre Teresa, ella tenía un pequeño restaurante –le consta al que esto escribe- en la calle de Humboldt donde era visitada principalmente por su hermano Jaime, no creo que haya sido por vergüenza que Teresa se haya separado de su madre, porque era muy amorosa con ella.

Es en este lugar, el mercado el parazal, donde Juana se enamora de un individuo cuya característica es el de ser un Casanova, muy serio, seco en sus contestaciones e indiferente en su trato, al parecer esta persona fue presentada por Amalia, en el correr y venir del mercado al cuarto que rentaban, el galán de referencia las acompaña y es así como se da la química, motivo de esta relación nace el tercer hijo de Doña Juana en el año de 1950, al cual le ponen por nombre Enrique Asunción, pero la mala suerte persigue a nuestra dama en narración y al enterarse de que el tipo es casado, decide dejarlo, el ni siquiera hace el intento de mantener esta relación, quizás por el hijo o por la esposa que a lo mejor lo cachó en su aventura, el padre de Enrique fue el de Florentino Ríos Rodríguez, hombre procedente de Oaxaca (no se tienen datos exactos).

En virtud de querer borrar todo el pasado de sus vidas, Juana López en compañía de Amalia, deciden cambiar de su lugar de radicación, se mudan al famoso Barrio de la fábrica, en ese entonces apacible y sin sus calles pavimentadas, se instalan en una vecindad ubicada en la calle Huachinango, tras de ellas vienen sus hijos: de Juana: Enrique de aproximadamente 6 años, de Amalia: Jaime con una edad aproximada a los 8 años y Bibiana con 6 años, pasado un tiempo solicitan permiso para instalarse en un predio sin utilizar, todo lleno de hierbas y abrojos, pero que se encargan junto con los chicos de chaponar, construyendo en ese lugar su hogar consistente en un bajareque de hojas de palma, cubiertas alrededor del mismo de huesos de palapa y cartones, todo un espacio para las dos familias, lugar que en tiempo de lluvia, el agua escurría por en medio de ese humilde hogar. Es en este su nuevo lugar de residencia, que por igual deciden dejar a un lado la actividad de la fonda, ya que se encuentra retirado el mercado y es mucho trajín para los pobres niños, ya que no los pueden dejar solos y encerrados.

Hemos de anotar, que no había divisiones de cuartos, era una galera de unos 8 o 10 metros de largo por 8 de ancho, en donde se instalaron pequeños catres de jarcia, y una sola cama tejida de mecates, en donde en la entrada estaban instaladas las mujeres y al fondo los hombres, sin ningún medio de diversión, o lo que es lo mismo, sin televisión, ni radio, no tenían recursos para esos lujos. En el frente una pequeña enramada donde instalaron una modesta construcción para colocar un enorme comal de barro, para la elaboración de las tortillas que pretendían vender, así fue como instalaron el pequeño refugio. Habremos de hacer notar, que en ese predio fueron los primeros en habitarlo, ya después llegaron otras personas que se instalaron en la parte de atrás donde se encontraba una barda que limitaba la propiedad del que en ese entonces era diputado federal el Sr. Rafael Camacho...

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