viernes, 25 de octubre de 2013

LA LAVANDERA (capitulo 4)

Estando instalados, acuden a la escuela del lugar, para que Jaime continúe sus estudios y Enrique y Bibiana sean apuntados como primer ingreso, la suerte esta de su lado ya que consiguen lugares en una escuela que se encontraba instalada en el sindicato de trabajadores de la Industria de Hielo y agua “Elpidio Rosales”, el nombre de la escuela era “Francisco I Madero”, en donde tenían salones hasta para tercer año, pero el dinamismo de sus mujeres, madres de familia, logran junto con el director y las autoridades de la localidad, se les edifique un edificio que pueda albergar alumnos hasta el sexto año, y es en el año de 1958 0 1959 cuando el Lic. Adolfo López Mateos, acude al barrio de Karabali, esto cerca de la zona de tolerancia, a inaugurar la nueva escuela primaria federal matutina Francisco I Madero, en esa ocasión toco al personal (Madres y alumnos) llevar el mobiliario al nuevo plantel (tiempo después la dotaron de nuevo mobiliario).

Habremos de anotar, que es en este barrio de la fábrica, donde se le unen a estas dos buenas mujeres, una persona que se ignora su procedencia, pero por su color, su forma de expresarse y sobre todo por su forma de ser, puede identificársele como de la zona de la tierra caliente, ella se llamaba Rosa Soto, quien viene acompañada de sus dos hijos, Víctor (el minino) y Carlos (el vago), con esta persona se conforma el trío de mujeres quienes forman un escudo para su defensa, por lo cual ya el grupo de hijos se conforman de la siguiente manera: Jaime (el mayor) le siguen Víctor, Enrique Asunción y Bibiana casi de la misma edad, por igual hemos de anotar, aunque sería adelantarnos un poco a los acontecimientos, pero como solo trataremos de la vida de Doña Juana, ampliaremos las descendencias de la Señora Amalia.

Es en este barrio que nacen los otros hijos de Mayòn (así le decían de cariño a doña Amalia), Victoria y Nicolás, no podríamos anotar quienes son sus padres, porque nos extenderíamos en los comentarios y además nos meteríamos en la vida intima de otras familias, solo podríamos decir, que por circunstancias de la ocupación de Mayon y porque no decirlo por su carácter alegre de querer gozar su vida madura, yéndose a bailar a esos centros de convivencia familiar, que en ese entonces se encontraban en la colonia Progreso, a unos cuantos metros de lo que hoy es la Iglesia de San Cristóbal. Pero estábamos que por estas circunstancias, la señora Juana se hace cargo de la atención y crianza de los hijos de Mayon, es así como dentro de una gran confraternidad, se unen los lazos familiares entre, Jaime, Enrique, Bibiana, Vicky y Nicolás, también es necesario anotar que casi todos ellos le llaman Mamá, a excepción de Bibiana quien solamente le llama como Tía Juana, incluso Jaime aun en la actualidad la recuerda como su mamá Juana.

A los hijos de Rosita, los demás niños los conocen y los tratan como primos, hoy en día, quienes reconocen y se acuerdan de estas personas, distinguen en Juana, Mayon y Rosita, como unas hermanas, y a sus hijos como hermanos, aunque cuando llega la presentación se nota la diferencia en los apellidos, pero eso no es causa determinante para sentirse como unos verdaderos hermanos de sangre, aunque solamente lo sean de crianza. Quien esto escribe, le resulta un poco lleno de dudas el lugar donde vivía Rosita, pero tal parece por los acontecimientos por la fraternidad de todos ellos, vivían cerca, tal parece que se encontraban rentando un cuarto en una vecindad instalada en la parte de arriba, pero como dijera Mama Toñita, esa ya es otra historia.

La vida implacable sigue su curso, es quizás en esta época cuando Enrique cuenta con aproximadamente 6 o 7 años, llega su hermano mayor Jesús a la casa, diciéndole que se había escapado de la casa de su papá, en virtud de que ya no soportaba la forma como lo trataba, deseando a quedarse a vivir con su mamá, claro que esto le dio mucho gusto a doña Juana, pero también tuvo miedo a la reacción del militar, por lo cual le recomendó a Jesús que no saliera hasta que arreglara ese asunto, pero Jesús le pidió de favor a su mamá que no dijera que ahí estaba, porque si se daba cuenta su papá lo iba a obligar a regresarse a su casa y él ya no quería seguir viviendo en el mismo techo de quien no representaba un padre sino un verdadero verdugo, quería que su forma de comportarse fuera como la de los militares.

No tuvieron que esperar demasiado tiempo, ese mismo día que llego Chucho, en la tarde-noche, se presentó su papa, Doña Juana salió a enfrentarlo, preguntándole que hacía en su casa, ya que ella le había dicho muy claramente que jamás lo quería ver en toda su vida, más el señor en lugar de contestarle, sacó una pistola y poniéndosela en la frente de la señora la amenazó diciéndole: Yo sé que esta contigo Jesús y vengo a llevármelo, pero faltaba más que una arma, para poder intimidar a Doña Juana, así que aclarándose la voz le expreso: Aquí no ha llegado Jesús, pero si estuviera conmigo, jamás te lo llevarías, ya me enteré la forma que lo tratas, como si fuera tu entenado y no tu hijo, así es que te pido te largues por donde viniste y búscalo por donde creas conveniente, menos aquí en mi casa.

Con toda la prepotencia característica de los militares, subiéndose a una barda y quedándole a los pies de la señora, se hinca y cortando cartucho le dice: Vengo mañana y si cuando yo este aquí, no me entregas a Jesús, aquí vas a quedar muerta y con las patas para arriba, así que piénsalo, a mi ninguna mujer me ve la cara de pendejo y esto que estas haciendo va a costarte la vida, ¿me entendiste?, acto seguido y sin guardar el arma se baja de la bardita y se dirige hacía la calle, doña Juana sudando de frio se queda mirando a su hijo Enrique, el cual se encuentra amedrentado, sin color en el rostro y los ojos desorbitados a punto de salírseles, su madre lo abraza y junto con el se introducen en el bajareque que tienen por hogar, ahí dentro debajo de una cama se encuentra Jesús, quien al ver a su madre en ese estado, le dice que lo mejor es alcanzar a su padre, para que no le haga ningún daño, pero la señora le dice que por el momento se queda en la casa, pidiéndole tanto a Enrique como a Jesús que la esperen, ya que tiene que ir al mercado para ir a traer a Mayon quien había salido a vender las tortillas al mercado.

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