Quiero iniciar esta narración con la estrofa que en lo personal me gusta muchísimo y que además era lo que muchas personas nos decían:
Todo el mundo nos decía que contáramos la historia
del amor que nos unía desde un tiempo sin memoria.
Carmelo Rio López, varón nacido en el puerto de Acapulco, Gro, en sus momentos empezó trabajando en unas oficinas de gobierno, posteriormente le entró el amor por los números, así que se empleo en Bancos, terminando su periodo laboral y enfadado por tantos problemas de seguridad, ya que estando en dos instituciones bancarias Banamex y Mexicano Somex, fue en esta ultima en donde sufrió casi 12 asaltos y en el último estuvo a punto de perder la vida, cuando el asaltante le puso la pistola en la cabeza y cortó cartucho, él se encomendó a su Dios en quien siempre ha creído y gracias a Él no sucedió nada, siguió viviendo.
Silvia Patiño Radilla, joven mujer morena originaria de la costa grande, específicamente de un poblado asentado en las faldas de la Sierra de Atoyac, llamado Corral Falso (anteriormente llamado Aguindo, después Iras y no volverás, y por ultimo Corral Falso ya que sus habitantes habían crecido tanto y su extensión se acercaba más a las orillas del Rio y Arroyos y empezaron a ver que estas tierras eran falsas y por eso su nombre), ella salió de su poblado en busca de prosperidad y se asentó en el puerto de Acapulco, guerrero, donde empezó a trabajar y vivir con una tía en la populosa colonia Progreso.
Carmelo, tenía por costumbre que terminando de laborar el taxi (tenía el turno de la mañana, por lo regular siempre paraba el taxi a las 2 de la tarde para entregarlo al otro chófer a las 4 pm.) se iba a lavarlo al sitio donde actualmente se encuentra un OXXO en avenida universidad y Cuauhtémoc, ya lavado su auto, se encaminaba a una tienda comercial con logo de un pelícano, situada en la parte alta del Farallón a espaldas de donde actualmente están los bomberos, en donde trabajaba un buen amigo que por cierto era su vecino en el conjunto habitacional Infonavit Cuauhtémoc, en donde se ponían a platicar y hablar un poco del ramillete de mujeres que trabajaban en ese centro comercial.
Carmelo vivía en compañía de su señora madre, la que por cierto tenía su hogar establecido en la colonia Emiliano Zapata, pero como siempre estaba atenta en el cuidado de su ropa, comida y demás cosas de su hijo, era que por lo regular siempre estaba junto con él en el departamento. Silvia en cambio estaba viviendo con una tía en la calle de Michoacán (si es que no me falla la memoria), en donde por confidencias de la propia Silvia vivía como si estuviera arrimada, ya que a pesar de que ella les proporcionaba casi la totalidad de su sueldo así como de las despensas que le daban en su trabajo, a ella no le daban de comer y siempre la trataban como si fuera su criada, en ocasiones la pobre chica se quedaba sin comer en su trabajo por no tener recursos, era cuando la invitaban las amigas, para que pudiera compartir el alimento que ellas llevaban o digerir lo que en la fuente de sodas adquirían, así es como transcurría la vida de esta joven, que por cierto lucía un figura muy delgada que incluso el propio Carmelo la bromeaba diciéndole que de tan flaca que estaba no reflejaba sombra, jajajjajaja , pero claro todo era producto de las bromas con que ellos se llevaban.
El joven ruletero al acudir a ese centro comercial se iba directo a ver las novedades de libros y discos que eran su más fuerte debilidad, ya había hecho amistad con las personas encargadas de ese departamento, por lo cual siempre que lo veían llegar, le mostraban las últimas novedades, era lógico que después de observar el producto adquiría los que más le gustaban, por igual era amante de las películas por lo cual se llevaba unas películas para poder disfrutarlas en compañía de su señora Madre. Silvia trabaja en ese mismo centro, pero ella estaba a cargo del departamento de Bebes, y en ocasiones cuando en ese entonces estaba de moda el Karaoke ella se ponía a cantar, porque lo que sea de cada quien podía presumir de tener buena voz y además no desentonaba.
El tiempo transcurrió en completa armonía dentro de todos los que intervienen en esta pequeña narración, el amigo que Carmelo tenía, que era su vecino y que trabajaba en esa negociación se llamaba Froilán Vázquez Campuzano, eran unos buenos amigos que se veían con demasiada frecuencia cuando tenían sus ratos libres y se ponían a platicar en el estacionamiento de la unidad, pues resulta que Froilán le presento algunas chicas a su amigo, pero luego se veía que Carmelo solo veía los productos que iba a comprar o a rentar, como quien dicen todavía no llegaba la chica que le llenara el ojo, la primera que conoció y que su amigo quiso que conquistara era una hermosa morena de bonito cuerpo llamada Elba (creo que así es), que por cierto le compró una computadora que se encontraba en oferta, después conoció a otras personas entre ellas a una chica de piel color clara llamada dulce, la cual por cierto creía que Carmelo iba a la tienda por verla a ella y se hacía ilusiones pensando que un día la iba a invitar a salir.
Pero el destino caprichudo y necio se encargó que el panorama cambiara drásticamente, es cuando Silvia por necesidades del departamento de Libros y discos acude a atenderlo, es cuando Carmelo la ve por primera vez y desde ese momento quedó prendado de ella, le gusto todo pero quizás de lo que en realidad quedo hechizado fue su hermosa forma de tratar a las personas, su sencilla forma de platicar y la naturalidad para conducirse, toda ella era un conjunto de amabilidades y sencillez que dejo a Carmelo con un recuerdo tan imborrable, que llegó a su departamento y contó a su madre de la muchacha tan hermosa que había conocido, pero que por temor a ofenderla no quiso hablarle, pero ya Cupido ya había metido su cuchara, perdón su arco con flecha, y era imposible que el joven pudiera resistirse a los encantos de esa linda morenita.
martes, 10 de junio de 2014
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario